Algo parecido le pasa al sueño europeo: no sabes si continúa siendo sueño o se ha tornado en pesadilla; y tampoco adivinas como acabará, sobre todo a las puertas de unas decisivas elecciones griegas. Por carácter, tiendo a ser positivo, pese a que a nivel político nuestros gobernantes nos den pocas razones para el optimismo. Ahí está el caso del presidente Rajoy enredado en un debate semántico de si es un "rescate" a la banca o un "eurocrédito" -como lo denominaba un medio de comunicación-. A mayor abundamiento, afirmar que España exigió el rescate traslada una sensación de irrealidad, preocupante en Europa y para los mercados financieros. No hay más que ver la evolución de la prima de riesgo.

No digo que la política de comunicación del gobierno -empeñado en no llamar a las cosas por su nombre-, haya sido la causante del aumento de los costes de financiación de nuestra deuda pública, pero de lo que estoy convencido es que no ayuda en absoluto. Entre otras cosas porque traslada la sensación de no saber lo que España se está jugando. Hay que tener mucho cuidado con lo que se dice y cómo se dice: no son los hombres de negro, no saquemos pecho sobre las condiciones del rescate antes de haber concretado las condiciones, seamos humildes respecto a los otros países rescatados no vaya a ser que se sientan maltratados y, sí, los 100.000 millones de euros afectarán a nuestro déficit y deuda pública. En menuda hora volvemos a crear desconfianza sobre el estado de nuestras cuentas públicas.

Hace mal el PP en buscar enemigos fuera (y dentro) cuando lo que necesita son aliados. De ahí que en Bruselas no se entiendan las críticas al único comisario español, por cierto, vicepresidente de la Comisión, muy respetado en círculos comunitarios, como Almunia. O que a una persona altamente cualificada y valorada en Frankfurt como González Páramo, no se le haya designado gobernador del Banco de España. Algo que fuera de nuestras fronteras, se daba por hecho.

En fin, un mes de junio raro. Miro por la ventana y veo que amanece soleado en Bruselas... mejor cojo el paraguas por lo que pueda pasar.

Pedro Sánchez Pérez-Castejón es profesor de Economía en la UCJC