Los dos grandes partidos independentistas no tienen ningún interés en pasar página como vienen reclamando el PSC y el PSOE. De hecho, eternizarse en la misma página es la única manera que han encontrado ERC-Junts-CUP  para salvaguardar su mayoría parlamentaria, aunque niguno de ellos vaya a ganar las elecciones. Tampoco el PP y Vox están dispuestos a pasar página, por descontado. Y esta página no es la de proclamar la independencia mañana si no la de mantener vivos los dos bloques políticos, lo que impide la transversalidad electoral y retrasa la reconciliación, justamente las dos grandes bazas electorales de Salvador Illa.

El soberanismo se ha vuelto pragmático y comodón. Hace tiempo tomó conciencia de que para no perder el control de la Generalitat y sus dineros les basta con repetir la jugada una y otra vez. Una maniobra sencilla de ejecutar y de efecto hipnotizador. En cuanto se acercan las elecciones, solo tiene que empujar al PSOE (y al PSC, forzosamente) a la lógica del PP. En esta ocasión, ERC y Junts sólo han tenido que desvelar que se ven continuamente, en secreto y por separado, naturalmente, con los emisarios del gobierno de Pedro Sánchez para hablar de un referéndum pactado.

Se entiende por “hablar” que ellos proponen un referéndum y  que sus interlocutores socialistas se niegan a aceptarlo. Los dirigentes independentistas solamente formulan la primera parte de la frase, forzando a los portavoces socialistas a salir a desmentirlos. Y en estos fuegos artificiales, el gobierno no tiene mejor ocurrencia que recurrir ante el Tribunal Constitucional la admisión a trámite por parte de la Mesa del Parlament de una iniciativa popular exiguiendo un referéndum unilateral.

Un recurso totalmente innecesario en el estado actual de la tramitación que, como en los casos precedentes, tropezará con la advertencia de inconstitucionalidad de los letrados de la cámara y la resistencia de ERC. De hecho, los republicanos no pudieron impedirlo inicialmente por tener a un miembro de la mesa de viaje por Suiza. Oficialmente pues ya están todos en la misma página, la de siempre, la de PSOE-PSC-PP-Vox contra los héroes del pueblo catalán que no se rendirán nunca. El hecho de que no hayan hecho nada en concreto para avanzar en los últimos años, tan solo arreglar lo suyo en terminos políticos y económicos vía amnistía, no rebaja la eficacia de la maniobra tanto a ojos de sus seguidores más crédulos como, según parece también, ante los del PSOE.

Tiene algo de misterioso que el gobierno de Pedro Sánchez que está soportando estoicamente la ofensiva inmisericorde contra la amnistía no pueda contemporizar, de repente, con una iniciativa popular condenada al fracaso parlamentario en el mejor de los casos, o, en el peor, pasar un día a ser votada en el pleno y posteriormente recurrida. El temor a ser criticados de pasividad por el PP no puede explicar su metedura de pata en plena campaña electoral catalana, cuando justamente lo que necesita el PSC es  alejarse del bloqueo político, para instalarse en la centralidad constructiva.

España no se va a romper por la enésima intentona de una iniciativa popular sin futuro, de la misma manera que no se volatizará por amnistiar a los protagonistas del Procés. Sin embargo, el PSC puede perder opciones de alzarse con una victoria contundente de convertirse el referéndum en el debate electoral preferente. Este desiderátum reagrupa al independentismo aunque sea de mala gana, ofrece pólvora a un PP en línea ascendente también en Cataluña y sitúa a los socialistas catalanes a la defensiva. Precisamente en el momento que Salvador Illa ha ensayado un actitud propositiva al subrayar las bondades de la unión federalista como alternativa a la cantinela electoralista de la secesión.

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