Isabel Ayuso podría habernos recomendado beber lejía para combatir el coronavirus, pero no lo hizo porque se le adelantó Donald Trump. Estos americanos, considera la presidenta de la Comunidad de Madrid, siempre van unos pasos por delante nuestro. Lo que sí ha conseguido es alimentar a los niños más desfavorecidos de su comunidad como si hubieran nacido en Detroit. Y no entiende las críticas, porque mira lo bien que juegan algunos de esos niños a baloncesto y lo hermosotes que están, piensa la dirigente popular.

Como el presidente estadounidense, Ayuso habla poco con sus asesores sanitarios, con la directora general de salud pública que ha tenido que dimitir por no sé qué de un cambio de fase, reconoce que hacía muchos días que no se cruzaba palabra. Y es que en tiempos de pandemia, ¿a quién le apetece tener que escuchar a todas horas el rollo ese del virus, que le hincha a uno la cabeza y lo acaba deprimiendo? Ella es más de tomarse la vida con alegría. ¿Que se cierra un hospital por falta de pacientes? Pues se organiza una buena fiesta, con sus canapés, sus bebiditas y para finalizar una buena conga de los asistentes y en dos semanas se reabre y asunto solucionado.

También es verdad que si Ayuso no se ha podido reunir con Yolanda Fuentes, la pesada esa que les comentaba antes, es porque el día tiene sólo veinticuatro horas. Entre ir a hacerse fotos con los lotes de mascarillas defectuosas que han comprado en China, entrevistas en las televisiones y reuniones con los capitostes de las grandes empresas, no te queda un minuto para lo del bichito. Y es que la economía, como buena devota Trumpista que es, es lo primero. Que sí, que tiene sus efectos colaterales, no te digo yo que no, pero que más vale un obrero muerto que uno en paro, que estos últimos se ponen muy pesados pidiendo cosas y luego acaban votando a los comunistas.

Pese a lo que dicen de ella los medios de comunicación al servicio del Gobierno, no se vayan ustedes a creer que la presidenta madrileña es una inconsciente o una descerebrada. Que tiene también sus momentos de reflexión e incluso de vacilación. Pero se le pasan enseguida, porque cuenta con el apoyo incondicional del líder supremo del partido, que la ha puesto como ejemplo de lo bien que podría ir España si gobernaran ellos. ¿Cómo va uno a dudar cuando quien te avala tiene un posgrado en la mejor universidad norteamericana de Aravaca?