Hace unos días salía a la luz una encuesta que confirmaba algo que venimos observando hace tiempo. Las personas jóvenes son cada vez más machistas, y cada vez son más los que niegan la violencia de género. De hecho, un 23 por ciento creen que la violencia de género es un “invento ideológico”. Así como suena.
Mientras tanto, en el mismo mundo, nueve mujeres y un niño han sido asesinadas por sus parejas o exparejas este mes de junio, en una de las semanas más dramáticas para la violencia machista.
Poniendo en relación las dos noticias, ambas espantosas, podríamos concluir que ese “invento ideológico” del que hablan algunos jóvenes mata. Y mata con fuerza, con crueldad y sin piedad, incluso a niños. Y, además, no solo mata, sino que lesiona, hiere, amenaza, coacciona, humilla y daña todos los días a miles de mujeres, muchas de las cuales nunca han denunciado.
Resulta difícil de comprender. Y, desde luego, de asimilar. Pensábamos que, con el tiempo, cuando fuera el momento de esas generaciones que se han criado en democracia, que han vivido la igualdad desde siempre, las cosas cambiarían. Y han cambiado, desde luego, pero a peor.
Hay que hacérselo mirar, sin duda. Hay que pensar qué hemos hecho mal para que, a pesar de la evidencia diaria, la juventud piense lo que piense. Y, por supuesto, hay que hacérselo mirar para saber como evitar eso que, año tras año, llamamos “verano negro” como si se tratara de un fenómeno meteorológico tan inevitable como la enésima ola de calor o el viento de poniente.
El calor no mata, el machismo, sí. El calor no se puede evitar, el machismo, sí. Pero el calor, más tarde o más temprano, pasa. Y el machismo no solo no pasa, sino que se queda, mucho más pertinaz que la sequía, e calor o cualquier otro fenómeno natural.
Lo de tildar de “invento ideológico” a algo que está destrozando vidas cada día es realmente alarmante. Porque si esta es la juventud que está llamada a llevar el mundo los años venideros, mal vamos. Tan mal, que el futuro pinta negro para las mujeres.
No obstante, no podemos seguir echando la culpa a los demás. La culpa no la tiene en exclusiva la juventud, ni los políticos, ni la justicia. No, al menos, en exclusiva. La sociedad en general y cada ciudadano y ciudadana en particular, podemos contribuir a que esto no siga avanzando, No se trata de buscar culpables, sino de buscar soluciones. Tan fácil de decir y tan difícil de hacer. Por desgracia.
SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (@gisb_sus)