En esta vorágine en la que se ha convertido la vida política, donde los acontecimientos se suceden como tramas de serie de Netflix que absorben la atención de forma convulsiva, olvidando el capítulo anterior al poco de producirse, conviene en un momento dado detenerse para conocer exactamente el estado de situación en el que nos encontramos teniendo en cuanta de dónde venimos y hacia donde vamos.

No fue hace mucho, poco más de cuatro años, que el presidente socialista Pedro Sánchez llegó al poder sustituyendo a Mariano Rajoy y al Partido Popular. Parece que han pasado siglos, pero realmente han pasado poco más de cuatro años. Si bien, como es cierto que el tiempo es relativo en cuanto a su percepción, en estos años han pasado muchas cosas, demasiadas seguramente, y de gran envergadura como una pandemia mundial y una guerra en europea, pero más allá de esos sucesos extraordinarios, en nuestra vida política, económica y social, España ha cambiado mucho.

Desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa la forma en la que este país afronta una crisis no es la misma. Hemos pasado del dogma de recortes neoliberal a la política de ampliación de derechos socialdemócrata para afrontar momentos de dificultad. La honestidad obliga a matizar que ese giro viene determinado por la política europea, pero ese mismo ejercicio de honestidad también exige afirmar que uno de los aspectos que ha cambiado en España es nuestro papel internacional, pasando de ser meros espectadores sin influencia alguna a tener un presidente que ha sido determinante en la Unión Europea para afrontar estas crisis; un jefe del Ejecutivo que es referente de la socialdemocracia mundial y es buscado por el resto de líderes para fotografiarse con él. España influye y decide, no somos comparsas de nadie, somos protagonistas y referentes desde que Pedro Sánchez llegó a la Moncloa. Y eso es bueno para España.

Otro de los aspectos en los que nuestro país ha avanzado es en cuanto a su modelo económico. Con la derecha, nuestro modelo era el clásico liberal español de especular con el suelo, servicios turísticos a bajo coste y el que “inventen ellos”. Esto de la transición ecológica y digital de nuestra economía que ahora guía nuestro futuro económico, forma parte de una estrategia nacional y que proyecta a España hacia un futuro económico de mayor autonomía energética, capacidad productiva digital-tecnológica y generación de más y mejor empleo. Solo con dejar un momento que la memoria funcione comprobamos que España tiene hoy un camino emprendido en un modelo económico que conviene mantener para garantizar un mejor futuro a nuestro país. En esto del modelo productivo, el cambio está siendo a mejor. Y mejor no volver atrás.

El gran problema de España desde hace años es el problema de la desigualdad. La crisis financiera de la pasada década dejó un país absolutamente desigual basado en una precariedad lacerante y en una pobreza que consumía a millones de ciudadanos. La pandemia y la guerra están dificultando revertir ese proceso, pero el incremento del salario mínimo hasta los mil euros, la instauración de un ingreso mínimo vital, la reforma laboral de Sánchez para incrementar la contratación indefinida y el mantenimiento por ley del poder adquisitivo de las pensiones, sitúan a nuestro país en la senda de reducción de una brecha económica que no solo nos hace un país más justo, sino también más competitivo. Y sin duda alguna, con la derecha oponiéndose en todo momento a estas políticas deja a las claras que su modelo, con indiferencia de quien dirija los designios del PP, es precariedad para la clase media y trabajadora y más bienestar para las clases más pudientes de nuestro país. Conviene no olvidarlo.

Otro gran cambio que hemos vivido en España es que hemos pasado de vivir en un conflicto territorial permanente sobre todo en Cataluña, a cierta paz interna en cuanto al proyecto común que es España. Un país diverso y plural en cuanto a sus identidades en la que el dialogo y la convivencia priman frente al conflicto. En España hoy no hay declaraciones de independencias, no hay parlamentos autonómicos en rebeldía, no hay desafíos a nuestra integridad territorial. La independencia en Cataluña tiene hoy menos seguidores que antes, y la idea del acuerdo gana adeptos para afrontar juntos los retos del futuro.

El mundo entero atraviesa momentos de enorme dificultad, la pandemia originada en 2020 primero y la guerra de Putin en 2022 han puesto en jaque a las economías de todo el mundo y complica las vidas de las familias de todo el planeta. A las españolas también. Pero la cuestión aquí en este escenario es qué políticas se llevan a cabo para atajar estas dificultades, la derecha ya nos demostró su camino de recortes. Y nos lo sigue demostrando, oponiéndose a todas las medidas puestas en marcha. Con el PP en el poder el debate era cuantos recortes de derechos y prestaciones había que hacer, con el PSOE el debate es cuantos incrementos de derechos y ayudas hay que llevar a cabo. Mejor debatir y decidir cuanto aumentamos el estado del bienestar que debatir y decidir cuanto lo recortamos. Y en eso hemos cambiado mucho. A mejor sin duda.