La búsqueda de una solución para evitar que los restos de Franco se depositen en la cripta privada de la Almudena, en Madrid, parece que está en marcha. La vicepresidenta del Gobierno español, Carmen Calvo y el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolini, coinciden en que hay que encontrar una salida, mientras se mantiene el diálogo. Es decir, el Vaticano no aplaude que se sitúe a Franco en un lugar de culto cristiano que puede convertirse en un nuevo monumento al franquismo.

Esto es lo que trasciende del encuentro entre ambos en el Vaticano. Que Roma y el Ejecutivo español buscarán una salida alternativa a la sepultura del dictador Franco en la catedral de La Almudena, en Madrid.  No será tare fácil. El arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, colabora ahora en esa dirección, aunque hace unas pocas semanas defendiera su inhumación en La Almudena, porque, según él, “la Iglesia acoge a todas las personas”. Cuestión que provocó protestas entre sectores cristianos progresistas.

Hace unas pocas semanas, Osoro defendía su inhumación en La Almudena, porque, según él, “la Iglesia acoge a todas las personas”

Según parece, esta espinosa cuestión ha sido entendida en su compleja magnitud por el Papa Francisco, a pesar de las voces críticas que resuenan en sectores ultra conservadores del catolicismo. Ojalá, el desenlace resulte adecuado y Pedro Sánchez se apunte un tanto en este proyecto que concibió desde el primer momento de su mandato.

En todo, caso, entre España y el Vaticano, hay diversos temas de interés común como los acuerdos Iglesia-Estado o las inmatriculaciones, espinoso asunto pendiente. Por no hablar de la fiscalidad privilegiada o de los conciertos con la enseñanza religiosa.  Sin duda, puede haber sintonía entre un Ejecutivo socialista y los postulados de un pontífice progresista y, también, esperanzas de que lo que se haya pactado beneficie al colectivo cristiano por encima de los intereses económicos que administra la curia hispana.