“Porque yo decido, desde la autonomía moral, que es la base de la dignidad de una persona, no acepto imposición, o prohibición alguna en lo que concierne a mis derechos sexuales y reproductivos y, por lo tanto, a mi plena realización como persona. Como ser humano autónomo me niego a ser sometida a tratos degradantes, injerencias arbitrarias y tutelas coactivas en mi decisión de ser o no ser madre.” TREN DE LA LIBERTAD, 01 de febrero de 2014.

Qué cierta aquella frase “el tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final perfecto” y, tras trece años de una Ley recurrida por los de siempre, un derecho fundamental, como es el decidir sobre nuestros propios cuerpos, es avalado definitivamente por el Constitucional. Debemos alimentar nuestra memoria democrática, es la única forma de entender el relato de las cosas, de esas cosas referidas a nuestros derechos como mujeres, que siempre encuentra la brutal resistencia de la imposición patriarcal.

Vamos a subirnos al tren y hagamos un breve viaje por la larga conquista de un derecho peleado a golpe de muchos trenes, trenes de ida que avanzan hacia una única dirección, los derechos a los que nos acogemos quienes somos sujetos de derecho por la Constitución, las mujeres, parece claro, pero todavía hoy debemos recordarlo. Y trenes de vuelta a desalojarnos de cualquier conquista, conducidos por los de siempre, aquellos que recurren todos los avances, pero luego terminan utilizándolos.

Hasta 1985 la interrupción voluntaria del embarazo era considerado un delito, pero ello no suponía, que no hubiese abortos, sino que los había, pero desde la más absoluta inseguridad, poniendo en riesgo sus vidas, de hecho, 22 millones de mujeres ponen en riesgo su vida a nivel mundial. A partir de este año, se despenalizó en tres supuestos, por violación, riesgo para la salud física y psíquica de la madre y por malformación del feto. Estas despenalizaciones no impidieron que las mujeres siguiésemos buscando los recursos que tuviésemos a mano para ejercer el derecho que nos debía asistir a todas y nuevamente un gobierno socialista, liderado por el Presidente José Luís Zapatero, impulsado por el movimiento feminista, el que definitivamente aprobó la actual Ley de plazos, promoviendo la interrupción voluntaria del embarazo de forma libre durante las primeras 14 semanas, además de legislar sobre la salud sexual y reproductiva.

Llegados a este punto del trayecto, subieron al tren aquellos que querían apearnos de nuestros derechos, para proponer una reforma, que eliminaba la posibilidad de abortar libremente en las primeras semanas y establecía un sistema de plazos más restrictivo que la de 1985, ese mismo mes la Tertulia Feminista Les Comadres de Gijón y las activistas de Mujeres por la Igualdad de Barredos, se reunían alrededor de una mesa, desde donde comenzó todo, todo lo que sería el “Tren de la Libertad” dispuestas a parar un retroceso de más de 30 años, en ese tren nos subimos todas, el 1 de febrero de 2014, haciendo posible que en septiembre de 2014 Rajoy retirase el texto y provocando la dimisión de el Ministro impulsor de la reforma, al cuál ni voy a nombrar.

En esta legislatura hemos sido capaces de volver a reconocer el derecho a decidir de las mujeres entre 16 a los 18 años libremente, a no tener que pasar por fases distintas, considerándonos que no somos conscientes de nuestras propias decisiones y a no permitir que nadie nos acose cuando nos dirigimos a una clínica. Como decía Zapatero, celebramos que las mujeres de este país tenemos consagrado un derecho fundamental, pero sobre todo celebramos que la hipocresía se acabó para siempre.

 

Fuensanta Lima

Diputada del PSOE