Feijóo va a sustituir pronto a Casado, pero poco o nada va a cambiar, porque el PP continúa con su demagogia, su populismo y su desinterés por arrimar el hombro para sacar a nuestro país de la difícil situación en la que vivimos.

La primera decisión del que va a ser nuevo líder del PP ha sido pactar con Vox y convertir a Castilla y León en la primera región de toda Europa donde gobernará la extrema derecha, algo que ha sido criticado incluso por el PP europeo. Y ha acordado justo ahora cuando más se necesita en Europa reforzar los valores democráticos frente a la situación que ha provocado la invasión de Ucrania.

Como dijo el presidente Pedro Sánchez en el Congreso esta misma semana, Vox representa lo opuesto a la Europa actual, representa la intolerancia, la falta de argumentos y la falta de diálogo.

Pero en esta semana Feijóo se ha desatado, en un ejercicio de demagogia acusaba al Gobierno de “forrarse” con la subida de la electricidad y de los hidrocarburos. Sabía perfectamente que las Comunidades Autónomas son quienes reciben el 100% de la recaudación del Impuesto sobre Electricidad y el 58% sobre Hidrocarburos, entre otras cosas porque es presidente de Galicia. Así que ha mentido a conciencia.

Los impuestos no sirven para que nadie se forre, sirven para fortalecer el Estado del Bienestar, para que haya una buena educación y sanidad pública, o un amplio sistema de pensiones. No es muy ético que el PP haga demagogia con la guerra y sus consecuencias.

Frente a ello, Sánchez está liderando las respuestas a los grandes retos europeos, así lo reconocen la presidenta de la Comisión Europea y el resto de los socios comunitarios. Es una buena noticia que Europa esté apoyando la propuesta de nuestro presidente de desvincular el precio de la luz y el gas para bajar la factura eléctrica, así como el impulso a las renovables y que se de a España un papel estratégico en el abastecimiento energético de Europa.

Por otro lado, el Gobierno está trabajando para hacer todo lo posible para reducir los efectos de la crisis por la guerra en familias y empresas, como hizo durante la pandemia. Y lo hace buscando el consenso de los grupos parlamentarios, de los agentes sociales y de las Comunidades Autónomas.

Avanzaba la semana y a Feijóo no le quedaba más remedio que secundar las populistas e irresponsables declaraciones de Ayuso, que criticó el III Plan Estratégico para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres pidiendo que el dinero de este Plan se destinase a las familias, pues precisamente a esto se destina, a las familias. Este Plan incluye el incremento de plazas de educación infantil de 0 a 3 años, los permisos de paternidad y maternidad, los subsidios para padres que cuiden de hijos con enfermedades graves, las bonificaciones para acabar con la brecha salarial o ayudas para las víctimas de violencia de género. De hecho, el 91% de los recursos para este Plan se destinan a la maternidad, el empleo y las pensiones.

No tardó mucho el presidente gallego en volver a errar cuando pidió con urgencia al Gobierno bajar el IVA del gasoil de uso agrícola y pesquero. Como recurso demagógico le quedó bien, el problema es que el gasóleo que tiene uso agrícola o pesquero ya está exento de esta carga fiscal.

La guinda fue que para volver a “dorarle la píldora” a Ayuso al afirmar que quiere “volver a vivir en Madrid” porque “Madrid ama la libertad” y claro la pregunta que todos nos hacemos es si en Galicia donde él ha gobernado tantos años no hay libertad.

Pero aún tuvo tiempo para copiarle el discurso a la extrema derecha y a Abascal y decir que la violencia vicaria no es violencia de género, sino “intrafamiliar”. Cuatro horas después, en Twitter y a su manera, Feijóo rectificó.

Cuando aún no ha llegado a ser líder del PP, su pacto con la extrema derecha, su cuestionamiento de la igualdad entre hombres y mujeres, su populismo y su desconocimiento de muchos temas pueden hacer bueno a Casado. España necesita una derecha centrada, responsable y con altura de Estado, pero parece que Feijóo tampoco será ese líder.