Digámoslo sin rodeos: si hoy gobernaran Feijóo y Abascal, España ya estaría implicada en los conflictos bélicos de Netanyahu y Trump. Los líderes del PP y Vox son mediocres, pero están obsesionados con pasar a la historia, igual que lo estuvo en su día otro mediocre: José María Aznar.

Y ya sabemos cómo acabó aquello: España metida en la guerra de Irak, mintiendo sobre los atentados del 11-M, con nuestras tropas en un conflicto ilegítimo solo para que Aznar pudiera posar junto a Bush y Blair en las Azores. ¿De verdad queremos que se repita esa historia?

Feijóo y Abascal no han aprendido nada. O, lo que es peor aún, han aprendido justo lo contrario de lo que debían. Han aplaudido cada movimiento de Netanyahu, incluso cuando eso ha significado la destrucción sistemática de Gaza. Se niegan a hablar de genocidio, aunque la comunidad internacional empieza a reconocerlo como tal. Defienden sin matices al gobierno israelí, aunque los muertos se cuenten por decenas de miles y los niños sean las principales víctimas, aunque ya no queden hospitales en pie, ni escuelas, ni agua, ni electricidad. Ahora en la ofensiva contra Irán, han vuelto a callar. O a justificar.

Netanyahu y Trump han encendido una mecha que puede arrastrar al mundo entero a otro conflicto global. Pretenden convencernos de que después de atacar a Irán durante días sin descanso, ahora son ellos, y solo ellos, los que deciden cuando la paz ha llegado. No se lo creen ni ellos. Tiempo al tiempo. Cuando se enciende una mecha como esta, no es fácil de apagar y además Israel no va a perder la oportunidad de destrozar a su enemigo íntimo, Irán y de paso tratar de extender su territorio, y saben de la debilidad de EE.UU., quien a la larga terminará apoyándolos.

En todo caso, ¿nos imaginamos a Feijóo y Abascal en el Gobierno en este contexto? No hace falta. Su historial es claro. Celebraron los aranceles de Trump que hacían daño a España y ahora tragarían con cualquier exigencia militar de Washington. Y si les pidieran un 5% del PIB en gasto militar, lo darían. Pero si tienen que poner mucho más, también lo darían. Porque al final lo pagarían los españoles. Y ellos, mientras tanto, posarían.

Frente a esa sumisión, España tiene hoy a Pedro Sánchez. Un presidente que siempre está cuando España lo necesita. Estuvo durante la pandemia, con la “excepción ibérica”, ante los efectos de la guerra en Ucrania, con el volcán de la Palma, o con la Dana de Valencia. Y lo vuelto a hacer logrando un acuerdo histórico con la OTAN que frena a Trump y protege nuestro Estado del Bienestar.

La derecha se ha vuelto a equivocar. No conocen a Pedro Sánchez, cuando ya se frotaban las manos y se las prometían muy felices pensando que el presidente estaba recluido en La Moncloa de brazos caídos, resultó que no. El presidente estaba en lo urgente y en lo importante. Trabajando a destajo por lograr un acuerdo fundamental para el futuro de España. Orgullo de presidente y de gobierno.

España ha conseguido pactar con la OTAN que no estará obligada a gastar el 5% del PIB y que será el 2,1%. Aunque el secretario general del OTAN para agradar a Trump considere que se precisa más, pues va a ser que no. Y ningún otro país se ha plantado y ha conseguido algo así. Pedro Sánchez como presidente ha vuelto a demostrar que defiende nuestros intereses y apuesta por la diplomacia y no por la obediencia. Este acuerdo supone un ahorro de 350.000 millones de euros hasta 2035. Dinero que no irá a tanques, sino a hospitales, escuelas y servicios públicos.

Esto se llama patriotismo. El de verdad. El que protege a la gente. No el de “pulserita” y el “sí, señor” a las potencias extranjeras. Y sin embargo, esta noticia no ha abierto informativos ni ha ocupado portadas de periódicos. Porque a la derecha mediática no le interesa reconocer los logros del Gobierno, y la ultraderecha está demasiado ocupada en propagar bulos.

Feijóo, como siempre, criticó sin entender. Habló de debilidad y cesión. Pedro Sánchez lo desarmó con un solo tuit: “Toma Alberto. Que alguien te lo traduzca. A ver si eso aclara tus dudas”, acompañado del folio del acuerdo. No es que Feijóo no entienda inglés. Es que no entiende lo que significa gobernar con responsabilidad.

¿Alguien duda de que el PP habría aceptado el 5% que pedía Trump sin rechistar? ¿Alguien duda de que Abascal pediría más gasto militar y menos inversión social? Porque ese es su modelo: confrontación, obediencia a los poderosos y miedo como estrategia. Hablan de patriotismo, pero jamás han defendido a España con hechos. Solo con ruido.

Mientras tanto, en Gaza, la tragedia continúa. Según informaba UNICEF hace unos días, los niños muertos en Gaza pueden ser más de 50.000. Es terrible y dantesco. Y Feijóo y Abascal no solo callan, sino se que se niegan a llamar genocidio a lo que claramente lo es. No condenan la masacre.

¿Esto es liderazgo? ¿Esto es estar a la altura del siglo XXI? ¿Esto es europeísmo? No, no lo es. Es pura cobardía. España no puede permitirse un gobierno que agache la cabeza ante Netanyahu o Trump. Nuestro país no puede volver a caer en manos de quienes ya nos metieron en una guerra y volverían a hacerlo.

La izquierda no puede dormirse. No podemos esperar a que sea tarde. Porque si hoy gobernara Feijóo y Abascal, ya estaríamos enviando tropas, recortando servicios públicos y manifestándonos en la calle… tarde. Es ahora cuando hay que estar, hacer y hablar claro.

Pedro Sánchez ha demostrado con hechos que otra forma de gobernar es posible. Que se puede estar en el mundo sin renunciar a la soberanía. Que se puede estar en la OTAN y negociar, en lugar de rendirse. Que se puede defender la paz sin debilitar la defensa. Que se puede proteger a la ciudadanía mientras se respetan los compromisos internacionales.

Frente a los que quieren poner el país al servicio de los intereses ajenos, Pedro Sánchez pone a España en el centro. Frente a los que callan ante las injusticias, el presidente del Gobierno habla claro. Frente a los que siempre dicen “sí, señor”, el Gobierno progresista dice “sí, a la paz”.

Porque si Feijóo y Abascal algún día gobiernan, lo que hoy es diplomacia y estabilidad, mañana será guerra. Y lo que hoy es un futuro en paz para nuestros hijos e hijas, mañana podría ser una tragedia evitable. No lo permitamos.

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