Pero ¿qué es la diplomacia económica? La literatura económica trata de acotar este concepto en torno a distintos rasgos de los que destacaré en el presente artículo dos: (i) la promoción de los intereses económicos de los estados en las relaciones internacionales y (ii) los actores implicados: una acción exterior ya no monopolizada por el ministerio de exteriores sino compartida con otros ministerios y diferentes actores públicos (entes territoriales, supranacionales, organismos reguladores independientes...) y privados (empresas, ONGS). La fragmentación de la acción diplomática es hoy una realidad y exige un mayor liderazgo si cabe de los gobernantes a la hora de fijar objetivos y definir estrategias.

Si la crisis y la defensa de los intereses económicos de España (por ejemplo, para no ser intervenida) es el foco de preocupación político y social del país también debe serlo para la acción diplomática. De ahí que sea un acierto y no sorprenda el que el ministro de economía, Guindos, y la vicepresidenta hayan hecho la maleta y viajen allí donde se toman las decisiones: Washington, Berlín, etc. Pero sí sorprende la desaparición del ministro Margallo, bien valorado por la opinión pública, que se ha convertido en el gran ausente durante la última semana. Siendo importante la enésima crisis con Gibraltar, no se entiende que en la peor semana de la economía española, con una prima de riesgo en máximos históricos, nuestro ministro de exteriores no sea un actor protagonista en una acción concertada con la de la vicepresidenta y el ministro de economía. Como tampoco se comprende la permanente ausencia en foros internacionales de nuestro presidente de gobierno, poco visto, por poner un ejemplo, en Bruselas. A diferencia de otros mandatarios de países en situaciones muy semejantes a la nuestra, como es el caso de Italia, Rajoy ha optado por no ser activo en el plano internacional como sí lo es Monti y volver a asumir, en este caso también, un perfil bajo.

Tiene razón Guindos cuando afirma que junio será un mes decisivo para el futuro de nuestro país y del euro. Por eso creo que el presidente del gobierno debe estar poco en Moncloa y mucho en los foros europeos e internacionales, empezando por Bruselas. Y junto a él, nuestro ministro de exteriores. El partido no se juega en Madrid, sino en Berlín, Frankfurt, Bruselas, Washington... y para ganarlo el gobierno con su presidente a la cabeza debe participar estando presente no un día sino muchos, allí donde se toman las decisiones.

Pedro Sánchez Pérez-Castejón es profesor de economía en la Universidad CJC