Cuánto debemos aprender de las élites económicas y su fluidez a la hora de encajarse en la corriente de opinión dominante para seguir protegiendo sus privilegios. La llegada de Donald Trump al poder ha acelerado el proceso de descomposición de la izquierda posmoderna e identitaria, la cual se había convertido en la opinión generalizada en occidente. Procesos de cancelación de las grandes empresas a sus trabajadores por opinar diferente, marcas blanqueando su explotación a la clase trabajadora con maquillaje arcoíris o empresas que destruyen La Tierra abonándose al capitalismo verde.
Hace un par de días, la élite económica se disfrazaba de mujer negra trans lesbiana neurodivergente y ahora lo hace de cowboy. Ayer los idealistas eran engañados y ahora las víctimas serán los conservadores. Ayer la élite se beneficiaba de los trabajadores y mañana lo seguirá haciendo. ¿Por qué durante la semana del Orgullo las marcas ponen la bandera arcoíris en sus logos corporativos excepto en los países árabes? El poder muta su aspecto según el típo de público que tenga y así preserva su status quo. La población no aprende y baila al son de los hilos del poder.
Jeff Bezos, dueño de Amazon, es el paradigma. Hemos visto cómo se han ido diluyendo en su empresa secciones igualitarias con las minorías raciales y a favor de los derechos LGTBI. De “diversidad, equidad e inclusión”, hemos pasado a “experiencias inclusivas y tecnología”. El último movimiento ha sido intervenir en la Opinión del Washington Post y transicionar del modelo woke de Biden al MAGA de Trump: “Soy de Estados Unidos y estoy orgulloso de serlo. Nuestro país no llegó hasta aquí siendo típico. Y una gran parte del éxito de Estados Unidos ha sido la libertad en el ámbito económico y en todos los demás. La libertad es ética —minimiza la coerción— y práctica —impulsa la creatividad, la invención y la prosperidad”, ha expresado. Este camino también lo han emprendido Apple, Meta, Walmart, Boeing, Harley-Davidson y otras tantas empresas. A nadie debería sorprenderle que Netflix recupere el cine patriótico y veamos a un neo Charlton Heston pegándole un balazo en el entrecejo a una Sirenita inclusive.
La derecha ganó para su causa a un sector de la izquierda que vio con reparo y vergüenza la deriva ideológica de sus líderes. Trabajadores abandonando la lucha de clases y enfrentados por ver quién defiende más causas solidarias. Polarizados por si un señor calvo, panza cervecera y barba es una mujer o no. Mientras tanto, las grandes empresas haciendo clin clin y recortando libertades. La defensa de las minorías se convirtió en un bien de consumo. Las luchas identitarias no han sido amenazantes para el sistema y han ocupado el lugar de las batallas verdaderamente esenciales para los trabajadores. Con los movimientos que está protagonizando la élite y la llegada de Donald Trump al poder, la derecha rebelde dejará de serlo y adoptará las actitudes que hoy critica de la izquierda. El cambio es evidente. La derechita está dejando de ser punk y vuelve a colarse en el mensaje sistémico. Piense como piense, el punki es tan solo un mero consumidor.