Hace unos días se inauguraban en la ciudad autónoma de Ceuta las VIII Jornadas Literarias y Musicales, que se celebrarán en la Sala de Usos Múltiples de la Biblioteca Adolfo Suárez. Los eventos continuarán el 21 de noviembre con la conferencia "Compositoras de la historia" de la estudiosa Patricia García Sánchez, quien abordará la relevancia de las mujeres en la historia de la música. Para cerrar las jornadas, el jueves 28 de noviembre, el poeta y profesor José Cabrera Martos ofrecerá otro recital poético. La jornada de clausura incluirá una presentación musical de la cantante y compositora Ebhel.

Tuve la suerte de inaugurar dichos encuentros invitado por el El Instituto de Estudios Ceutíes que lleva tejiendo cultura desde los años sesenta del siglo pasado, y de la mano de su Decana de Literatura y Música, la poeta María Jesús Fuentes. Digo la suerte porque gracias a la generosidad de su decana y del Instituto, he podido cumplir con una deuda sentimental y cívica: conocer la ciudad de la que tantos hablan por sus cuestiones geopolíticas, y pocos por su realidad de punto de encuentro y convivencia real, en estos tiempos de difícil coexistencia, entre cristianos, hebreos, musulmanes e hindúes. Ya de esto me habló una de mis maestras, la poeta y discípula del Nobel Juan Ramón Jiménez, Pilar Paz Pasamar que, siendo una muchacha de unos veinte años, visitó la ciudad, allá por los años 50, dando recitales en espacios de cultura tanto hebreos-la antigua y maravillosa casa de los dragones-, como musulmanes como cristianos, como recogen algunas insólitas fotos de la época. Paz Pasamar, pionera en muchas cosas, me puso en el radar intelectual aquella realidad, que se remonta a la época de la expulsión de los judíos en el siglo XV, cuando muchos, así como los musulmanes y moriscos, añorantes de la que había sido su tierra, Sefarad para unos, Al-Ándalus para los otros, cruzaron el estrecho para asentarse en paz frente a las costas de las que fuera su patria.

Resulta sorprendente que, a lo largo de los siglos, y a pesar de los problemas de frontera tras los tiempos del protectorado, esta convivencia haya permanecido y pervivido, a pesar de alguna leve incidencia menor en algún momento.

En momentos como este, en el que las políticas de migración internacionales, incluida la Unión Europea están virando a lugares de ignominia y vergüenza, como en el caso de la Italia de Meloni, que pretendía “externalizar” a los migrantes a terceros países, eufemismo asqueroso de deshacerse de personas afortunadamente tumbado por la ley italiana. Ceuta sigue siendo una realidad de vida cotidiana posible. No será porque se lo han puesto fácil. Su condición de territorio español extra peninsular, los juegos de cierre de fronteras y de represión o inacción por parte de Marruecos, según le interese presionar a Europa y a España para conseguir acuerdos ventajosos, no han conseguido asfixiar a la ciudad Autónoma y, mucho menos, minar su realidad multicultural de siglos. Ceuta, sus gentes y las décadas de actividades culturales en plural del Instituto de Estudios Ceutíes demuestran que la sociedad civil, y la cultura, es capaz de generar más cohesión, más lugares de encuentros y vida que algunas de las grandes instituciones nacionales y supranacionales, y sus representantes. Brindo por esta sociedad, madura, que camina junta junto a la frontera.