Su nombramiento, sin embargo, ha sido más bien deslucido y un tanto convulso, aunque la convulsión en cierto modo se haya desarrollado entre bambalinas y  vasos de txacolí. Pero la situación en la que se encuentra el PSOE -después de haber sido humillado sin piedad en las urnas del 22-M- exigía tomar decisiones a toda velocidad.

Brotes poco saludables
Felipe González, en su artículo de El País, ayer,  optaba por evitar “peleas internas incomprensibles para los ciudadanos, dados los problemas a los que nos enfrentamos y los escasos tiempos de nuestro calendario político”.  No ha habido “peleas”, pero sí algunos brotes de desconfianza poco saludables. Todo esto se hubiera eludido –preciso es señalarlo- si los socialistas hubieran conseguido salvar, al menos, los muebles. No fue así. Fue una caída libre, imparable, aterradora. No quedó títere con cabeza.

El trasfondo del desastre
Los ánimos, en un ambiente como éste, de nervios y numerosos contratiempos, no estaban precisamente para primarias. Carme Chacón entendió de inmediato el trasfondo del desastre y renunció a su propósito. No se equivocó. En cambio, se equivocan, voluntaria o involuntariamente, determinados voceros de Ferraz cuando difunden que Chacón abandonó las primarias porque había perdido de antemano. Eso es falso y  de  un simplismo mayestático.



Panorama adyacente
Pero lo relevante no es ahora mismo parte del panorama adyacente, sino el hecho de que –de acuerdo con todos los pronósticos- Rubalcaba se ha convertido en el candidato socialista a los comicios generales del próximo marzo. ¿Funcionará con eficacia el efecto Rubalcaba y será posible esta vez la remontada? Ahí se encuentra el quid de la cuestión, teniendo en cuenta por lo demás que una cosa es ser “el mejor candidato posible” y otra el hombre milagro.



Gran prestigio
Sea como fuere, Rubalcaba goza de un gran prestigio que él  ha ganado a pulso por su capacidad de trabajo, su brillante clarividencia y su coraje. Es hora de cerrar filas e ir a por todas. El PSOE necesita urgentemente victorias y la primera y decisiva puede producirse en las elecciones de marzo. Si vence a Rajoy, el 22-M será sólo una agotada pesadilla. Pero si vuelve el PP a arrasar en las urnas, será el PSOE el que se juegue el presente y el futuro.  Ánimo y buena suerte, Alfredo.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM