Lo que está sucediendo en Jumilla (Murcia) es racismo y punto. Aquí no vale la equidistancia, ni mucho menos mirar hacia otro lado. En ocasiones hay buenos y malos, y esta es una de esas ocasiones. Me estremece ver a dirigentes del Partido Popular decir que la culpa es de Vox y del PSOE porque polarizan. Pues no señor, no. Por ahí no paso.
Aquí lo que hay es una alcaldesa de su partido que se ha plegado a la iniciativa más racista que he tenido la desgracia de presenciar en mucho tiempo mientras ustedes, los que van de salvapatrias, no solo callan sino que justifican a los ‘malos’ y atacan a quienes denuncian. Ustedes pretenden gobernar un país que, lo quieran o no, es multicultural y multireligioso. España es ahora más rica que hace 50 años. La inmigración no solo no es mala, sino que es necesaria.
Me encantaría ver a Elías Bendodo partiéndose el lomo debajo de un toldo en Almería. O a Feijóo yendo un par de días a recoger la aceituna a Jaén. Pero no, eso no lo verán mis ojos, ni mucho menos los suyos, lectores.
Ellos se dedican a ser equidistantes ante el verdadero problema, que no es la inmigración precisamente, sino el racismo que cada día cala más en una sociedad excesivamente polarizada. Una sociedad cuyos jóvenes no se informan por los periodistas, sino por tictokers y youtubers que han visto en el discurso de odio su particular gallina de los huevos de oro.
Y yo me pregunto ¿qué clase de hijos e hijas estamos criando? ¿De verdad queremos una generación que odie en lugar de amar y respetar al prójimo? Vox les vende el cristianismo metido con calzador, pero no explica que si Jesús volviera a la vida buscaría una cruz en la que suicidarse al ver el mundo actual. Un mundo donde su mensaje de paz, amor y respeto al prójimo ha sido sustituido por el odio al diferente o, peor aún, a lo que no se entiende.
Nunca hemos tenido más jovenes con carrera universitaria. Deberíamos ser aquel país que promulgaba la igualdad y la diversidad. Aquel país donde se desafiaba a un régimen dictatorial para pedir derechos sin miedo a las consecuencias. Pero no, vivimos en un país donde el simple hecho de tener un color de piel diferente es suficiente para que te insulten o te agredan por la calle.
Veo lo que sucede en Jumilla y no puedo evitar pensar en una de mis películas preferidas: Arde Mississippi. Me pregunto, con el corazón encogido, ¿tendremos que llegar al extremo que muestra el film con el asesinato de tres activistas de los derechos civiles para darnos cuenta de que nos estamos convirtiendo en una sociedad podrida?
Les recomiendo que busquen en YouTube “¿Por qué EEUU es el mejor país del mundo?” (Inicio de la magnífica serie The newsroom). Como dice el grandísimo Jeff Daniels en esa escena… “no lo somos, pero podríamos volver a serlo”. Ahora, cambien Estado Unidos por España. Amo mi país y a su gente y nunca, nunca, nunca perderé la esperanza de volver a ser aquel país de la inclusión y la diversidad.