Europa tiene muchos y poderosos enemigos, los más poderosos enemigos. Se los ha ganado a pulso, convirtiéndose en un nefasto ejemplo para el resto del mundo. Su seguridad social, sus derechos laborales, sus impuestos a las grandes fortunas y a las grandes corporaciones multinacionales, su lucha contra el cambio climático, entre otras muchas, son suficientes razones para ser odiados por quienes están en contra de lo que esto representa.
Para Estados Unidos, China, Rusia y, muy especialmente, las grandes corporaciones económicas, Europa es un grano de pus en el culo. ¿Cómo justificar la falta de democracia, el abuso a los trabajadores, el expolio sin fin de la naturaleza, la falta de servicios públicos decentes o de sanidad universal si hay un lugar en el mundo donde eso es posible?
Nos han declarado la guerra y, como buenos estrategas, antes de iniciar el ataque frontal han querido asegurarse de tener entre nosotros quienes les abran nuestras defensas. No ha sido difícil encontrar a los judas, son europeos, pero traidores a Europa y a cada uno de los países que la componen. En España es sencillo reconocerlos, suelen ser quienes tararean el himno con más fuerza, quienes besan la bandera con más fervor, quienes halagan con más vehemencia nuestra historia.
Se les llena la boca de patriotismo de bazar y alardean de ardor guerrero, pero atienden al silbido del amo como perritos falderos. Ninguna televisión enfocó a Santiago Abascal en la ceremonia de coronación de Trump, pero si lo hubieran hecho lo habríamos visto babear de satisfacción, cuando su dueño dijo aquello de que sólo los europeos anglosajones habían sido capaces de conquistar y dominar tan vasto y salvaje territorio. Una afirmación histórica tan supremacista como falsa. Abascal no ha estudiado, porque podría haberle respondido que sí, pero que dos siglos después de que los españoles, esos de los que él dice sentirse tan orgulloso, hubieran conquistado y puesto nombre a casi todo el territorio.
Trump no invitó a Abascal al despacho oval, el suelo es de moqueta y ya se sabe que la baba deja marca, si lo hubiera invitado podría haber escuchado en directo como el presidente de los Estados Unidos de América reconocía su absoluto desconocimiento de qué es y de dónde está España, cuando instruyó a un periodista diciéndole que era uno de los países que forman parte de los BRICS. Ayuso, que ha seguido el mismo método educativo que Trump y Abascal, ya se ha ofrecido para sacarnos de un club tan poco glamuroso.
Están entre nosotros, financiados por quienes quieren acabar con nuestro sistema de vida. Un sistema muy mejorable, pero el único que existe en el mundo con una mínima garantía de cierta justicia social, de democracia y de oportunidades. Hasta ahora los hemos llamado extrema derecha, ya es hora de llamarlos por su verdadero nombre: traidores.
Opinión
Abascal el traidor
Hasta ahora los hemos llamado extrema derecha, ya es hora de llamarlos por su verdadero nombre

El líder de Vox, Santiago Abascal, en rueda de prensa. EP