En el frío del pico Gaislachkogl, a 3.048 metros de altura en pleno corazón de los Alpes austríacos, se rodó y se ubicó la trama de Spectre, una de las aventuras más recientes de James Bond. Ahora, el escenario acoge el futurista museo 007 Elements, el primer museo dedicado en exclusiva al mítico personaje que han encarnado Barry Nelson, Sean Connery, Roger Moore, Timothy Dalton, David Niven, Pierce Brosnan o Daniel Craig, diseñado a imagen y semejanza de las guaridas de los villanos de la saga.

En el museo se pueden seguir los pasos de los 50 años y 24 películas del agente 007, y sus dibujos, disfraces, carteles, guiones… También se pueden ver objetos originales de la saga como el Jaguar C-X75 que aparece en Spectre o la pistola de oro que usaba Sean Connery en Goldfinger (James Bond contra Goldfinger). En un compromiso con la igualdad y los tiempos del #MeToo, se ha intentado, eso sí, evitar cualquier rastro de comentarios sexistas, racistas o inapropiadas de entre los muchos que ha perpetrado el agente con licencia para matar, cuyo futuro parece estar ahora en manos del director Danny Boyle (Trainspotting), que se encargará, se comenta, de la próxima entrega de la saga.

Juegos de luces, sombras, pantallas, tecnología interactiva y secuencias de películas en estos 1.300 metros cuadrados de hormigón, vidrio y acero que moldean una estructura minimalista, que acoge nueve salas del museo dotadas de la intriga parcialmente excavada en la roca, para integrarse en el paisaje. La única forma de llegar al espacio, situado junto al Ice Q, un restaurante inserto en un edificio de cristal que apareció en una del agente británico, es a través de un funicular que parte de la estación de esquí de Sölden, y cuyo precio está incluido dentro de los 22 euros (25,8 dólares) que cuesta la entrada para adultos.