Cuánto cliché para un solo verano: nos ha hecho calor, hemos tenido problemas con turistas, las Perseidas han vuelto a acaparar todas las noticias de la primera mitad de Agosto y las chica seguimos acomplejadas con nuestros cuerpos.

Fui la última en llegar a la playa nudista en la que había quedado con mis amigos. Para cuando puse los pies en la arena, estaban todos compartiendo una sandía, tumbados en sus toallas y tostándose al sol. Ellos, completamente desnudos. Ellas, con las dos piezas del bikini a pesar de ser una playa 'textil free'. Yo me desvestí e hice mi elección, como el resto de mujeres, me quedé con el bikini. No se trataba de un ambiente amenazador, sexualizado, violento o incómodo, pero la única manera de sentirme segura era escondiendo partes de mí, de esta forma pobre que realmente no ocultaba mi cuerpo y, sin embargo, me hacía sentir menos expuesta.

Dónde se encuentra el auténtico enemigo

Pero, ¿a qué podía estar exponiéndome? Mis amigos no iban a mirarme de esa forma. Nadie en esa playa lo haría, probablemente. No más de lo que miras a cualquier otra persona. Sin embargo, ser mujer equivale a exponerse, porque somos lo que somos gracias a nuestros cuerpos. De parturienta a fantasía sexual, nuestro valor en esta sociedad lo dictamina nuestro cuerpo. No solo la publicidad, o un presidente misógino que quiere engrandecer a su país cogiendo a las mujeres por sus partes, o el debate por el aborto en Argentina dejan claro dónde quedamos como personas y nos desarrollamos como mujeres; también contribuye todo aquel que opina.

Todos opinamos sobre el cuerpo de la mujer: tenemos un ideal, unos límites hasta los cuáles podemos aceptar, unas preferencias claras y le añadimos cierto valor personal cuando el cuerpo es el adecuado, seamos mujeres o hombres. No perdonamos los desperfectos: hay cremas para las arrugas, para las estrías, tratamientos de vapor para la vagina, depilación láser... incluso todos los anuncios de productos para el estreñimiento están protagonizados por mujeres. Así, poco a poco, una se construye como los otros quieren que sea porque es lo único que ve y asume como realidad. Cuando no puede cumplir las expectativas imposibles, se pone las dos partes del bikini en una playa nudista.

No señalo a particulares porque nadie en concreto tiene la culpa. No obstante, todos nos convertimos en cómplices sin apenas darnos cuenta. Aún queda verano, es un buen momento para dejar de opinar sobre los cuerpos de las mujeres sin que nos lo hayan pedido.