Los memes de Internet se están convirtiendo en los nuevos refranes. Imágenes que condensan sabiduría y que se repiten hasta llegar al lugar común. Hay uno que ha tenido mucho éxito últimamente. La imagen muestra un parque infantil con columpios y toboganes, al lado de un cementerio. Sobre ellas aparece The Smiths. Al lado de los juegos infantiles aparece “música”. Sobre las lápidas “letras”. Es una definición perfecta del estilo del grupo de Manchester. Ahora una película puede ayudarnos a comprender el origen de la segunda parte de la ecuación. Esos textos torturados, intelectuales e irónicos. Pesimismo vital revertido de luminosidad pop. La personalidad de Steven Patrick Morrissey destilada en versos. Morrissey es una figura troncal de la cultura anglosajona de finales de siglo. Sus contradicciones y defectos. Bajo una óptica crítica que entronca con Wilde. Ahora, England is mine, trata de explicarnos los años previos a que Morrissey se uniera a Johnny Marr para crear una de las bandas más importantes de los 80 y 90 en Inglaterra. La película supone el biopic no autorizado sobre la controvertida figura del cantante. No podría hacer sido autorizada nunca. Porque el Morrissey real muestra una imagen distorsionada y cambiante. Caprichoso y bocazas. Coherente e inestable. La película está dirigida por Mark Gill, un emergente director británico, y producida por el mismo equipo que ya cosechó un éxito de crítica con Control, la biografía fílmica de Ian Curtis de Joy Division. En este caso, tras sus primeras proyecciones la respuesta ha sido variable. Hay críticos que perciben el valor de la cinta, pero otros muchos la consideran literaria y poco creíble. Y aviso para fans: en la película no se escuchan canciones de los Smiths. Y eso siempre es una decepción. [embedyt] https://www.youtube.com/watch?v=4DHJa10Sa8A[/embedyt]