El pasado lunes, una escultura del siglo XII tallada en mármol en los bajos de la fachada de Platerías de la Catedral de Santiago de Compostela amanecía pintada con los bigotes y ojos de gato con los que suele maquillarse el batería del grupo estadounidense Kiss, banda cuyo nombre también se estampó en el relieve, todo ello en unos trazos de tinta azul que las investigaciones policiales y de Patrimonio Nacional atribuyen, por ahora, a un rotulador de punta gorda.

La pieza ultrajada se esculpió bajo la dirección del arzobispo Xelmírez en esta cara de la catedral, la de Platerías (denominación que hace referencia a los talleres de orfebrería que había en su entorno). Es la más famosa después de la principal, la del Obradoiro, y aún conserva su apariencia románica original. Así, las tareas de limpieza comenzaron a la vez que las pesquisas policiales que aún buscan al autor de este atentado en una Ciudad Patrimonio de la Humanidad, sobre el que podría recaer una sanción de entre  6.000 y 150.000 euros. El tiempo apremiaba, estamos en temporada turística alta, en la meta del Camino de Santiago y en un verano en el que está de estreno el célebre Pórtico de la Gloria de este templo capital del culto católico, al haber concluido las obras de restauración que se le han practicado durante los diez últimos años para recuperar su policromía original.

Sin embargo, en una jornada maratoniana que concluyó a las 22.30h, los técnicos de Patrimonio Nacional encargadas de este aseo dedicaron el lunes a realizar pruebas sobre el mármol pintarrajeado, para asegurarse de que no se dañaría la escultura, que no se intervino hasta el martes, en una cuidadosa labor de limpieza para la que, tras ese test inicial del día previo, se decidió manejar el mismo equipo con el que se trabajó el Pórtico de la Gloria: láseres y papeles con disolvente.

Finalizada la tarea, aún persisten restos de pintura tanto en el rostro del santo atacado como en parte del libro que porta. La Fundación Catedral ha comunicado su decisión de no intervenir esas áreas, porque eliminar esos últimos trazos requiere tocar el relieve de la pieza, y los técnicos desaconsejan hacerlo, dada la antigüedad de ésta y las fisuras que se han ido abriendo en el mármol con el paso del tiempo.

De momento no se podrá apreciar el resultado conseguido, ya que la pieza permanece protegida tras unas lonetas, que no se retirarán hasta que seque la piedra.