Hace tiempo que entidades como UNICEF vienen alertando porque estiman que los niños van a sufrir de manera especialmente grave las consecuencias del calentamiento global, sobre todo aquellos que viven en condiciones de pobreza extrema. Y es que más de 500 millones de ellos viven en áreas muy expuestas a las complicaciones del clima, propensas a sufrir inundaciones, y alrededor de 160 millones viven en países donde las sequías son cada vez más habituales.

Ahora, un grupo de expertos de la escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia y del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia ha realizado un nuevo estudio analizando cómo incluso los niños que viven en Occidente pueden sufrir más los efectos del cambio climático, "debido a sus diferencias anatómicas, cognitivas, inmunológicas y psicológicas", ha declarado Madeleine Thomson, investigadora del Departamento de Ciencias Medioambientales y miembro de la facultad del Instituto de la Tierra.

Y es que, por su pequeña estatura, los bebés y los niños son particularmente vulnerables a la deshidratación y al estrés por altas temperaturas. Durante las olas de calor, es más probable que se vean afectados por enfermedades respiratorias, enfermedades renales, desequilibrio electrolítico y fiebre. Las olas de calor, además, agravan los alérgenos y la contaminación del aire, y los son más susceptibles de sufrir estas alergias que los adultos, debido a su sistema respiratorio e inmune subdesarrollado, y porque respiran a un ritmo más rápido que las personas de mayor edad.

Asimismo, los autores han descrito que las temperaturas elevadas pueden expandir enfermedades transmitidas por vectores, incluido el virus Zika, del que se sufrió una devastadora epidemia en 2015  en América Latina y el Caribe. Incluso los niños que eran asintomáticos al nacer, pueden desarrollar problemas más adelante.