Hacernos invisibles o buscar los invisibles. ¿Una adrenalina solo al alcance de los humanos? Parece ser que no. Expertos de la Universidad Humboldt de Zúrich han enseñado a los ratones a jugar al escondite como parte de un estudio neurobiológico del comportamiento lúdico de los animales. Y parece que se les da bien. Así lo publica la revista Science.

Las ratas aprendieron a jugar con los investigadores, y recibían compensaciones cuando acertaban encontrando a alguien o manteniéndose escondidos (preferían cajas de cartón a cajas transparentes), por ejemplo cosquillas o caricias. Los resultados, según explica la publicación, demuestran que "los animales se convirtieron en jugadores estratégicos que empleaban búsquedas sistemáticas, señales visuales e investigación de escondites anteriores de sus homólogos humanos". Las grabaciones neuronales revelaron una intensa actividad en la corteza prefrontal que variaba al ritmo del juego.