La tan controvertida tecnología nuclear se ha revelado como una herramienta muy útil para restaurar obras de arte y arqueológicas. Permite realizar análisis para recabar información sobre su antigüedad, composición y origen geográfico, así como para diagnosticar problemas y limpiar y desinfectar, vía irradiación y con gran nivel de detalle, objetos dañados.

Así lo ha explicado a la Agencia Efe Román Padilla Álvarez, físico del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), con sede en Viena, y especialista en diversas técnicas como el uso de la fluorescencia de rayos X (XRF, en sus siglas inglesas) para el análisis de la composición química de los objetos. Una tecnología que “bombardea” una muestra con rayos X para desestabilizar la estructura de los electrones y causar una emisión de radiación, y puede servir, por ejemplo, para identificar los pigmentos usados en una pintura de Da Vinci, y establecer que además del lapislázuli que usaba el maestro para el azul, hay otros colores hechos con cobalto que no se emplearon hasta tiempo después, confirmando así que la obra fue retocada posteriormente.

Otra ‘vía atómica’ para ayudar al arte son las radiaciones ionizantes para desinfectar y limpiar obras y artefactos históricos infestados por distintos tipos de parásitos. Fue una técnica que comenzó a aplicarse en los años 70 del siglo pasado. La desinfección de la momia de Ramses II, en 1977, marcó un antes y un después, comenzando su uso en la conservación del patrimonio cultural.