En la última película de James Gray, la taquillera Ad Astra, Brad Pitt encarna a un astronauta que viaja de la Luna a Neptuno pasando por Marte, buscando a su padre (que interpreta Tommy L. Jones), y al heroísmo que todos veneran en él. El personaje destaca por su frialdad y por el control que tiene de sí mismo, y la cinta refleja los controles físicos y mentales a los que han de someterse en la NASA.

Con motivo del estreno de la película en España, Gabriel G. de la Torre -neuropsicólogo colaborador de la NASA- e Íñigo Muñoz Elorza -astronauta e instructor de la ESA- han hablado en un encuentro con periodistas sobre los retos de las misiones espaciales. Han señalado que algo que preocupa especialmente es el "efecto psicológico de la pérdida de visión de la Tierra, análoga a la que podían sentir en la antigüedad los marineros que dejaban de ver la costa", explicaba García de la Torre.

También puede afectar a los astronautas perder la percepción del día y la noche, esto es, alterar al límite sus ritmos circadianos, así como la falta de sueño. Tengamos en cuenta que ven amanecer y anochecer quince veces al día. El estado físico es otro de los escollos, porque "el espacio afecta al cuerpo humano en muchos aspectos: musculatura, huesos, genes, circulación, etc.".

Y por supuesto, puede afectarlos el aislamiento. Los viajes a Marte durarán ocho meses, la estancia mínima en el planeta rojo será de cinco y la vuelta conllevaría otros ocho meses. Es decir, serían total de casi dos años manteniendo un contacto limitado con la Tierra y con un retraso en las comunicaciones de cerca de veinte minutos. Para Muñoz Elorza, la inteligencia artificial podría jugar un papel fundamental para conservar la cordura de los astronautas, gracias a robots con los que interactuar y que puedan expresar emociones y hasta tener conversaciones con cierto grado de complejidad.