Reza un viejo dicho que cada crisis es una oportunidad. Pero lo que no explica es lo importante que resulta aprovechar bien esa oportunidad. Por ejemplo, en Chile hace diez años se produjo una crisis energética. Los cortes en el suministro de gas procedente de Argentina motivaron un redefinición del sistema energético del país. En principio se apostó por el carbón. Ahora las políticas van en un sentido más lógico. Abandonar el carbón y sustituirlo por fuentes renovables y limpias.

Abandono paulatino del carbón

La Comisión Nacional de la Energía chilena (CNE) ha anunciado que a partir de 2017 se irá abandonando paulatinamente la producción de energía a través del carbón. Esta fuente extraordinariamente contaminante será sustituida por renovables, especialmente energía solar. Pretenden aprovechar las excelentes condiciones del país, sobre todo en la zona de Atacama. Así se recoge en el informe anual de la institución pública, que refleja y proyecta los desarrollos energéticos a diez años. En este informe se refleja la construcción de 19 nuevas centrales de energía renovable que entrarán en funcionamiento entre 2019 y 2027. En total producirán casi 3.000 MW.

Energía solar y eólica

El 65% de este volumen de energía se obtendrá que plantas solares. A continuación están los casi 1.000 MW que se generarán en cinco nuevas centrales eólicas. Los 40 MW restantes provendrán de instalaciones hidráulicas. Se trata de un cambio radical respecto al anterior informe. Hace solo unos meses, la CNE preveía que el 32% de los nuevos 2.922 MW de energía producidos en Chile tuvieran el carbón como combustible. Incluso se programaba la construcción de tres nuevas plantas térmicas en el desierto de Atacama. Sin duda se trata de una apuesta muy relevante, pues pone a Chile en la línea de los países que parecen dar por concluida su larga relación con los combustibles fósiles. El país sudamericano se coloca en cabeza de las naciones que confían en las energías renovables para el mantenimiento de los sistemas de toda la nación. Sin duda, las autoridades son conscientes de que las inversiones actuales se verán largamente amortizadas en el medio plazo.