Las grabaciones de Corinna zu Sayn-Wittgenstein han sacudido los cimientos de España. Que la alemana desvelara los presuntos negocios en el extranjero del rey Juan Carlos I ha provocado todo tipo de reacciones. Mientras unos, como Unidos Podemos, piden la creación de una comisión para que comparezca el rey emérito; otros, como Alfonso Ussía, salen en defensa del monarca. En un artículo de opinión publicado en La Razón, Ussía ha cargado con notable dureza contra Corinna, a quien ya ha bautizado como “la morritos”.

“De cuando en cuando, y siempre con el mismo origen envenenado se usa de una morritos para desequilibrar a favor del resentimiento la balanza institucional del Rey Don Juan Carlos”, arranca Ussía, quien matiza que “no pienso defender lo indefendible, y enamorarse de esa morritos ambiciosa, pretenciosa y de codicia compulsiva no tiene perdón”. Entonces, precisa que “Don Juan Carlos ha sido un gran Rey”.

Ussía aclara que “al rey no le gusta este tipo de defensas porque conllevan un reconocimiento de culpa”, e insinúa cierta sorpresa ya que “un hombre, formado desde niño para conocer y tratar a todo tipo de gente, pierde la cabeza como un cadete de Infantería por una rubia que no es rubia y usa la identidad matrimonial de su primer pasado. Una rubia que no es rubia, y con más bótox en los labios que la viuda del Pingüino, también comisionista, Cristina Fernández de Kirchner”.

El articulista también ataca a Alberto Garzón, “el comunista del mes de luna de miel en Nueva Zelanda ha dicho que el Rey, como todo Borbón, es un ladrón. Aquí en España hemos llegado al punto de la pendencia callejera. Yo tendría que responder a Garzón que como todo comunista, él es un defensor del genocidio. Y no es el camino. Aquí tenemos la oportunidad de distinguir entre la herencia política e institucional de un gran Rey y algunas de sus frivolidades más decepcionantes”.

Ussía insiste en que “ahora se ha sabido que actúa de correveidile de los petrodólares y comisionista de altura desde muchos años antes de conocer al Rey”; y sentencia: “Pero una prensa dócil y amaestrada, por una frivolidad ponga en peligro la estabilidad de lo que nos une, la Corona, eso sí que no, venga la cloaca de la opusina, o de Roures, o del comisario Villarejo”.