Todos sabemos que Ryanair es experta en liarla en redes sociales: contesta con ironía, roza el troleo y busca el chascarrillo viral. Pero esta vez ha cruzado una línea delicada. La marca ha interactuado en X con una publicación de Vito Quiles —colaborador habitual del entorno político de ultraderecha— que “señalaba” a políticos europeos como causantes de retrasos en vuelos.
El cruce nace de un post de Vito Quiles en el que se mostraban varias fotografías: Ryanair habría publicado “las caras y los nombres de las personas que provocan los retrasos de sus vuelos”. Entre los rostros, aparecían figuras políticas europeas como Óscar Puente, Philippe Tabarot, Patrick Schneider o Heidi Alexander. La intención era evidente: explotar la indignación por los retrasos con una broma de mal gusto que “culpa” a responsables públicos. La cuenta de Ryanair España citó el mensaje y remató: “tenia que hacerse y se hizo”.
Más allá del postureo tuitero, hay contexto: Quiles actúa como referente de la ultraderecha digital en España, y acumula encontronazos con la justicia por sus actuaciones como agitador en redes. El encuadre es relevante porque convierte un “vacile” corporativo en un gesto político.
La estrategia Ryanair: ruido, alcance y una identidad “macarra”
Que Ryanair viva en el filo en X no es nuevo: su manual no escrito combina sarcasmo, autocrítica burlona y una tolerancia notable al escándalo como palanca de alcance. La fórmula le granjea virales constantes y, de paso, una percepción de “marca sin filtros” que conecta con públicos jóvenes. Pero también le acarrea reproches por banalizar problemas reales de clientes o por traspasar límites de respeto y neutralidad.
En el caso que nos ocupa, la compañía se apuntó a un juego peligrosamente cercano a la señalización política: atribuir retrasos —un asunto sensible para el consumidor— a rostros concretos, aunque sea en tono de broma. Ese marco invita a personalizar problemas sistémicos (huelgas, gestión del tráfico aéreo, meteorología, operativas internas) en “enemigos” ideológicos. Cuando quien valida el chiste es la propia compañía, el mensaje deja de ser un meme lateral para convertirse en discurso de marca.
Otros “vaciles” virales de Ryanair en X
La aerolínea ha convertido el “troleo” en seña de identidad. Estos episodios recientes ayudan a entender la estrategia:
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El ‘Coldplaygate’ y “splitting up couples”. Tras el vídeo viral de la kiss cam en un concierto de Coldplay en Boston —que acabó con la dimisión de un CEO por el escándalo—, Ryanair se subió al tren con un post que decía, en esencia, “Ryanair-Coldplay: separando parejas”, aludiendo además a su (polémica) práctica de separar asientos si no se paga extra.
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“¿Has intentado cerrar las piernas?”. La respuesta a un cliente que se quejaba del espacio entre asientos desató una oleada de críticas por tono sexista y falta de profesionalidad. Prueba del tiro por la culata: cobertura negativa y debate sobre los límites del humor cuando hay una queja legítima de por medio.
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“Un like y lo volamos de vuelta gratis”. La cuenta aprovechó un vídeo viral de una pareja Erasmus para prometer, con sorna, traer de vuelta al chico “engañado”. Fue eficaz para engagement, pero volvió a levantar cejas sobre el oportunismo de la marca con dramas personales ajenos.
Estos ejemplos delinean un patrón: Ryanair triunfa cuando convierte la actualidad en autoparodia y guiños de marketing meme, pero bordea el desastre cuando su broma se asienta en la humillación del cliente o en contenidos manipulados.