Déborah Férnandez salió a correr el 30 de abril de 2002 por la playa de Vigo y nunca volvió a casa. Al día siguiente, apareció muerta y desnuda, tirada en una cuneta de O Rosal, Pontevedra, a 40 km de su casa. Los estudios forenses dictaminaron que que su cuerpo estuvo congelado durante un tiempo. A pesar de la brutalidad de los hechos, nadie fue detenido.

La autopsia también reveló que falleció horas después de su desparción. "Parecía una escena de teatro, colocada y con sus partes íntimas cubiertas por hojas", explica Ángel Galán, el comisario que lideró la investigación.

17 años después y con el caso a punto de preescribir, su familia pide reabrir el caso recogiendo firmas en change.org y el programa de laSexta, Equipo de Investigación, contará su historia. Su hermana Rosa Fernández, ha asegurado que "ha aparecido un testimonio que puede ser de la última persona que vio con vida a Déborah".

La hermana pide justicia y confía en que, con el paso del tiempo, pueda haber esperanza en encontrar al culpable: "La realidad tecnológica de hace 17 años y la de ahora no tienen nada que ver. Si hay algo que permita arrojar luz, que lo empleen".