La indignación que generó la sentencia contra los cinco violadores de ‘La Manada’ provocó que Twitter se llenara de historias de mujeres que alguna vez en su vida fueron víctimas de una agresión o abuso sexual. Bajo el hastag #Cuéntalo, miles de mujeres se atrevieron a relatar sus ‘no violaciones’ para alertar sobre la desprotección que sufren algunas mujeres en pleno siglo XXI.

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La iniciativa contó con 160.000 tuits originales, sin embargo, pese a este tirón, algunas mujeres decidieron permanecer calladas por vergüenza. Este es el caso de una destacada usuaria de Twitter (Perra Roja de Satán), quien este lunes ha roto su silencio. Lo ha hecho en un conmovedor hilo que no ha tardado en hacerse viral. El relato es tan duro que hemos optado por reproducirlo íntegramente.

El hilo completo

Hace tiempo que os quiero contar la historia de Teresa, aunque el nombre sea ficticio. Una historia que no busca el aplauso, la pena o la compasión... simplemente es momento de contarla. Va por todas las que consiguieron escapar y por las que no pudieron hacerlo.

La historia empieza como muchas, mezclando dosis de juventud con una baja autoestima evidente. Ese momento en que la vulnerabilidad te hace la víctima perfecta para un estafador emocional. Estafador emocional de perfecta sonrisa. Maltratador y verdugo.

Me niego a pronunciar su nombre, eso le haría parecer más humano y no se lo merece. No tenía ninguna de las cualidades para definirle así. Aunque sabía disimular su maldad… ¡y se le daba tan bien! A Teresa le engañó hasta atraparla en una red de maltrato disfrazado de amor.

La historia sigue como muchas otras, señales imperceptibles, sogas al cuello que aprietan lo suficiente para atarte a su lado, pero sin ahogarte... al menos al principio. Pese a que ella trabajaba de noche, él insistía en quedar muy temprano cada mañana. Por mucho que ella le dijese que estaba cansada y que necesitaba dormir. Empezó a robarle su sueño... más tarde le robaría también sus sueños.

Le hacía sentirse afortunada. “Quién te va a querer como te quiero yo? Tienes suerte de que te quiera… ¿quién va a querer a alguien como tú? Y ella se lo creía. Por eso la primera vez que le pegó sintió que se lo merecía, lo justificó y le perdonó. Igual que le creyó cuando le dijo lo mucho que se arrepentía, que le quería, que nunca más volvería a hacerlo.

Y el maltrato siguió subiendo de nivel. Un día él llegó de trabajar y le pidió que cerrase los ojos, tenía una sorpresa para ella. Le acercó una flor a sus labios, para, acto seguido y con sus ojos aún cerrados, propinarle un puñetazo que le estampó contra una librería. El había buscado una excusa, un motivo para golpearle de esa manera: “Mira lo que me has hecho hacer”. Después ‘le hizo el amor’ aunque ella siguiese en shock. Fue la primera vez que la violó, aunque ella tardó años en darse cuenta de que así había sido.

La sumisión, la violencia y la excitación sexual que él sentía al dominarla pasó a formar parte de su día a día. Los golpes se curaban, los moratones desaparecían, la sangre dejaba de brotar... las heridas mentales aún duelen, cicatrices perceptibles en los cambios de tiempo. Alguna vez ella intentó contárselo a sus amigos y se encontró un muro de incomprensión. Él no era capaz de hacer algo así. Seguro que ella había hecho algo que le había puesto al límite. Ella tenía mucho carácter y no era fácil “aguantarla”.

Eran otros tiempos, pero los argumentos para justificar a un maltratador siguen siendo los mismos. A la gente le cuesta creer que, ese buen amigo, buen hijo, buen hermano… se transforma en un monstruo cuando no miran. Es más fácil buscar justificaciones que asumir realidades.

En aquel momento no se hablaba de maltrato, de violencia machista, de víctimas o de verdugos. Cuando ella le dejó, también perdió a esos “amigos” que tanto le echaron en cara lo mal que se había portado abandonándole, pobrecito, lo estaba pasando fatal por su culpa. Maldita bruja.

No voy a seguir contando detalles, que sólo servirían para seguir narrando una relación de maltrato... que ya ha quedado suficientemente plasmada. Teresa escapó, herida de por vida... pero viva. Superviviente la llaman algunos. Murieron muchas partes de ella en esos cuatro años. Otras partes se transformaron hasta convertirla en la mujer que es ahora.

Quise contar la historia de Teresa cuando Cristina Fallarás nos abrió las puertas con su necesario #Cuéntalo. No tuve valor, pese a los años transcurridos aún no era capaz. Ya que por mucho tiempo que pase aún necesito llamar Teresa a la protagonista para no asumir que Teresa soy yo y esa es la historia de una parte de mi vida. No fui más valiente que las que ya no pueden contarlo. Ellas simplemente no tuvieron esa suerte. Hoy cuento esto por ellas, las que ya no están... y también por ellas, las que todavía están a tiempo están a tiempo de escapar. Por fin puedo contarlo sin sentir miedo o vergüenza. Vergüenza es lo que tendría que sentir aquel que se atreve a pegar a una mujer. Vergüenza es lo que deberían sentir aquellos que siguen buscando excusas para justificar a un maltratador. No seas como Teresa ... huye si estás a tiempo. ¡¡¡No seáis como los amigos de Teresa... si una mujer os cuenta que está siendo maltratada... no dudéis... ayudadla!!! Si sois amigos, hijos, hermanos de un maltratador, ¡¡¡no seáis sus cómplices... denunciadle!!!

Por ellas, por todas, por nosotras... luchemos por transformar el mundo. Por ellas, por todas, por nosotras... luchemos para que no haya más Teresas. Por ellas, por todas, por nosotras... luchemos por un mundo sin violencia machista.