España vive un retroceso preocupante en materia de seguridad para los periodistas, con episodios de intimidación, insultos y violencia que se repiten con inquietante frecuencia tanto en actos públicos como en coberturas espontáneas. Lo que antes eran incidentes aislados se ha transformado en un clima sostenido de hostilidad, alimentado por discursos políticos que cuestionan la legitimidad del trabajo periodístico y por entornos digitales donde la desinformación y el señalamiento campan a sus anchas. La Agrupación de Periodistas de UGT (AGP-UGT) denuncia que esta atmósfera tóxica no solo pone en peligro a quienes sostienen la cámara o el micrófono, sino que erosiona los fundamentos democráticos del país, porque sin seguridad ni libertad para informar “toda la ciudadanía pierde su derecho a saber”.

El último episodio, ocurrido durante una conexión en directo de RTVE, es para el sindicato un síntoma más de una tendencia que se agrava. Un grupo de personas vinculadas a entornos de ultraderecha increpó, insultó y empujó al equipo desplazado, interrumpiendo su trabajo y dificultando que pudieran completar la cobertura prevista. Lejos de ser una reacción espontánea, la AGP-UGT considera que este tipo de actuaciones forman parte de un patrón político que utiliza el hostigamiento a periodistas como mecanismo de presión y de intimidación pública.

El sindicato subraya que estos comportamientos no pueden confundirse con protesta o discrepancia legítima. Lo ocurrido, recalcan, fue un intento de impedir que un medio público desarrollara su labor informativa. Las escenas, difundidas en redes sociales, muestran gritos, aspavientos y descalificaciones contra profesionales que se encontraban en el ejercicio de su trabajo. Para la AGP-UGT, quienes protagonizan estos episodios reclaman libertad de expresión mientras, al mismo tiempo, tratan de silenciar a quienes informan sobre hechos de interés general.

La línea roja ya está cruzada

La organización insiste en que la violencia política contra la prensa no surge de manera espontánea. Es, afirman, el resultado de discursos que legitiman el odio, de campañas de señalamiento y del uso coordinado de redes sociales para amplificar mensajes destinados a intimidar. “Cuando las palabras se convierten en amenazas y las amenazas desembocan en agresiones, la línea roja ya está cruzada”, advierte el comunicado.

En este contexto, la AGP-UGT recuerda que normalizar el miedo supone renunciar a la democracia. Ningún periodista debería asumir como parte de su jornada la posibilidad de ser insultado o agredido, y ninguna sociedad democrática debería tolerar que la violencia contra la prensa se utilice como arma política. El sindicato exige que las instituciones garanticen la seguridad de los equipos informativos, especialmente en actos no comunicados o en entornos donde existen precedentes de agresiones.

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Violencia específica contra mujeres periodistas

La organización pone especial énfasis en la situación de las mujeres periodistas, que sufren un acoso de naturaleza específica que combina violencia política, digital y machista. Insultos sexistas, amenazas de carácter sexual y campañas de odio dirigidas a su imagen forman parte de un patrón que busca intimidarlas de manera diferenciada. Por ello, UGT reclama que fuerzas de seguridad, órganos judiciales y organismos reguladores refuercen los mecanismos de protección para frenar esta violencia.

El sindicato sostiene que “defender a la prensa es defender el derecho de toda la ciudadanía”. Cuando se agrede a un equipo informativo, se está atacando la posibilidad de que la sociedad reciba información veraz y contrastada. Sin periodismo libre —alerta la AGP-UGT— solo queda espacio para la propaganda, la manipulación y el miedo.

Por ello, la organización pide que se identifique y sancione a los responsables de la agresión, que se establezcan protocolos claros para coberturas de riesgo y que los partidos políticos renuncien explícitamente a alimentar discursos de odio contra profesionales de la información. Además, hace un llamamiento a la ciudadanía y a todas las instituciones democráticas para impedir que estos ataques queden impunes o que la violencia se normalice como parte del debate público.

La AGP-UGT concluye con un mensaje inequívoco: el acoso a periodistas es intolerable, la violencia —física o digital— nunca es una opción y proteger a quienes informan es la única manera de proteger la democracia.

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