Tener un hijo [o hija, pero en mi caso es hijo] de 18 años no siempre es tarea sencilla. Sobre todo, cuando se trata de orientarlos en cuestiones de ocio. Uno, que ama la Literatura y la lectura, trata de inculcárselo, pero las cosas no siempre salen bien. Durante mucho tiempo, he estado mandando mensajes más o menos explícitos o subliminales según la situación, para animarlo a abrir un libro. Hace poco menos de un año, se obró el milagro y se ha despertado en él una afición lectora que personalmente me llena de alegría.

Peeeero [siempre hay un pero en esta profesión] verlo devorar volúmenes con el ansia que da la juventud me hace plantearme preguntas: ¿se trata de un caso aislado?, ¿estamos dejando de leer o no?, ¿se acaban los libros o están más vivos que nunca?

Un 72 por ciento de la población estadounidense afirma haber leído un libro en los últimos doce meses

Datos

Las cifras parecen demostrar que la literatura goza de una salud excelente. Un 72 por ciento de la población estadounidense afirma haber leído un libro en los últimos doce meses, según datos de Pew Research Center. Y un 65 por ciento declara haberlo hecho en papel.

Pero eso no significa que los audiolibros no sigan ganando terreno. De hecho, en Estados Unidos, el porcentaje de personas que afirman escucharlos ha pasado del 14 al 20 por ciento.

Pita Sopena, fundadora de La Tienda de las Palabras [una de nuestras ideas de emprendimiento literario favoritas, por cierto], cree que el formato es lo de menos. “Cualquier forma de compartir literatura es buena y válida. Es evidente que no es la misma experiencia la lectura en papel que en un formato digital, o en uno audiovisual, como puede ser el audiolibro. pero todo es bienvenido si hablamos de extender la vida de los libros”.

Si una biblioteca no tiene el mismo número de libros en papel que de audiolibros, es discriminación

Generaciones de acuerdo

Silvia, que es millennial, abogada y muy aficionada a la lectura resalta la importancia de poner a disposición de todo el mundo diferentes formatos. “Me parece que toda biblioteca debería tener el mismo número de libros en papel que de audiolibros. Lo contrario es discriminación. Hay un porcentaje importante de la población que depende de los audiolibros para poder acceder a la literatura y que va mucho más allá de personas con problemas de visión. Por ejemplo, disléxicos y personas con TDA”, explica.

En otro tramo de edad, Margarita -que está en los cincuentaybastantes- afirma preferir el papel. “Me gusta descubrir el libro por mí misma y, dependiendo del tono de voz del narrador, me puede influir en lo que interpreto del libro”, afirma. Algo en lo que coincide Silvia: “No me gusta que me cuente el libro otra persona que no sea el autor. Soy de papel, me gusta subrayar y ponerle mi propia voz y entonación. Y me gusta poder cometer errores y releerlo”.

Mercado en alza

Sus comentarios son un reflejo de lo que parece suceder en el mercado. En Estados Unidos, un 37 por ciento de la población sigue eligiendo solo libros en papel, frente a un 7 por ciento que solo utiliza formato digital [que no tiene por qué ser audilibro].

Aun así, como ya señalábamos, la tendencia parece ir en favor de este último tipo de publicaciones. Según datos de Grand View Research, el mercado de audiolibros tenía un valor de 2.670 millones de dólares en 2019 y se espera un crecimiento anual medio del 24,4% hasta 2027.

El audiolibro, como el resto de productos audiovisuales, más que otro formato es otro producto

Matices

Algo de lo que las propias editoriales son más que conscientes de ese crecimiento, pero puede que no sea tan relevante como parece. “Como en todo el negocio digital, o en su día los videoclubs, habrá que ver si es tan rentable y cuántas [plataformas de audiolibros] sobreviven más allá del hype. Crecer un 100% es fácil cuando se parte de cero. Que los números cuadren al cabo de tres años es otra cosa”, explica José Carlos León, quien -además de colaborar con ElPlural- dirige su propia editorial, El Viso Media.

León no cree que el oído le gane la batalla al ojo: “Hay un nicho, un público que no quiere leer o no tiene tiempo y quiere leer mientras hace otras cosas, como si escuchara un podcast o la radio. Pero como el resto de productos audiovisuales, más que otro formato es otro producto. Como ver la película y no el libro en el que se basa”.

Lo que más amenaza a la lectura son el auge de las series y la forma de comunicación inmediata

Explorar opciones

Pero reconoce que, aunque el papel ganará la batalla, el formato audio es una opción que merece la pena explorar. “Los medios se superponen. La TV no mató el cine, internet no mató la TV, los podcast no matan la radio (muchos son radio on demand), y los audiolibros no matarán al impreso. Por lo menos, nosotros apostamos por ello aunque estemos preparando versiones de audio para cubrir la demanda puntual”, afirma.

Sopena, por su parte, opina que “las editoriales son conscientes y de ahí que estén ya desarrollando nuevas estrategias y áreas de negocio. Sinceramente, creo que lo que más amenaza a la lectura son el auge de las series y la forma de comunicación inmediata (móviles, whatsapp). Las series, por la dedicación de horas; y lo otro, por lo que trastoca la concentración, necesaria siempre para estar delante de un libro”.