Durante años, la gran preocupación de quienes se planteaban comprar un coche eléctrico era la llamada “ansiedad de autonomía”. ¿Aguantará el coche hasta el destino? ¿Cuánto tendré que esperar para recargarlo?

La carga ultrarrápida y las nuevas baterías van a cambiar el sector

Pues bien, a partir de 2026 la conversación será otra: hablaremos de “ansiedad de enchufe”, pero en un sentido completamente distinto. En apenas cinco minutos de carga, será posible recuperar centenares de kilómetros de autonomía. Y ese salto no se debe solo a los cargadores más potentes, sino a una nueva generación de baterías que llega de la mano de dos gigantes del sector: CATL y BYD.

Ambas compañías están preparando una doble revolución. Por un lado, la carga ultrarrápida, capaz de llenar un 80% de la batería en el tiempo que tardas en tomarte un café. Por otro, la irrupción de las baterías de sodio-ion, una alternativa que promete reducir la dependencia del litio, abaratar costes y mejorar el rendimiento en temperaturas extremas.

Nuevas baterías

Los avances más recientes de CATL con sus celdas Shenxing marcan un punto de inflexión. Según la información difundida por la compañía, estas nuevas baterías permitirán recuperar hasta 520 kilómetros de autonomía en solo cinco minutos, un dato que supera incluso los 470 kilómetros que BYD asegura alcanzar con su última actualización. En términos de usuario, hablamos de detenerse lo justo para un café o un descanso breve antes de continuar viaje con la batería casi llena.

Claro que para aprovechar esa velocidad será necesario contar con una infraestructura adecuada, capaz de suministrar potencias de carga entre 350 y 500 kW. España y el resto de Europa están acelerando el despliegue de estas estaciones, aunque la tramitación administrativa y la disponibilidad de potencia siguen siendo los cuellos de botella más habituales. Sin embargo, la lógica del mercado es clara: a medida que más vehículos soporten esta carga ultrarrápida, más rentable será instalar cargadores de alta potencia. Es el clásico círculo virtuoso de la adopción tecnológica.

La apuesta por el sodio-ion

Paralelamente, CATL ha anunciado su marca Naxtra, con la que lanzará la primera producción masiva de baterías de sodio-ion a finales de 2025. Este avance representa un cambio profundo. El sodio, abundante y barato, permite fabricar celdas con una mayor estabilidad térmica y un mejor comportamiento en frío, algo especialmente relevante para los mercados del norte de Europa o para flotas urbanas que operan en invierno.

Aunque su densidad energética —la cantidad de energía que puede almacenar por kilo— todavía no iguala a la del litio, su combinación de bajo coste y buena potencia de carga la convierte en una opción ideal para vehículos urbanos, híbridos enchufables y sistemas de almacenamiento estacionario.

En otras palabras, no se trata de reemplazar por completo al litio, sino de ampliar el abanico de soluciones. Los coches de gran autonomía seguirán necesitando baterías de alta densidad energética, pero los urbanos y los compactos podrán optar por el sodio, reduciendo costes y evitando los problemas de suministro que han tensionado el mercado del litio en los últimos años.

Mejor precio final

La gran promesa de esta tecnología está en el precio final del vehículo. El sodio permite reducir de forma significativa los costes de producción, lo que podría reflejarse en precios más asequibles para los consumidores. Los coches eléctricos podrían dejar de ser percibidos como un lujo tecnológico para pasar a ser la opción lógica de movilidad diaria.

Además, la estabilidad térmica del sodio-ion no solo favorece la carga en climas fríos, sino que alarga la vida útil en regiones cálidas como España, donde el calor intenso suele degradar las celdas de litio con mayor rapidez. La durabilidad, un factor crítico en la decisión de compra, podría mejorar notablemente gracias a esta química.

Nueva infraestructura

El salto a la carga en cinco minutos también redefine la infraestructura de recarga. Los actuales cargadores rápidos, pensados para potencias de 150 kW, deberán evolucionar hacia sistemas de 350 kW o más, capaces de suministrar de forma estable la energía que requieren las nuevas celdas. Esto implica actualizar transformadores, redes y sistemas de refrigeración, pero también desarrollar software de gestión inteligente que reparta la potencia entre varios vehículos sin colapsar la red.

En este punto, las redes inteligentes y la generación distribuida jugarán un papel esencial. La posibilidad de cargar el coche con energía solar acumulada o de aprovechar los periodos valle de la red eléctrica ayudará a que estas cargas relámpago no se traduzcan en picos de demanda inasumibles. La tecnología está lista; lo que falta es que las infraestructuras acompañen.

2026, año clave

Los primeros vehículos con baterías de sodio-ion llegarán al mercado a finales de 2025 y principios de 2026. Los primeros serán los modelos urbanos y compactos, en los que su densidad energética es suficiente y su bajo coste marca la diferencia. Paralelamente, los fabricantes integrarán baterías híbridas que combinen módulos de sodio y de litio, para aprovechar lo mejor de ambas químicas: potencia de carga y autonomía extendida.

Esto supondrá un cambio de paradigma en la experiencia de conducción. En lugar de viajes largos interrumpidos por paradas de media hora, los conductores podrán detenerse brevemente cada 250 o 300 kilómetros, recuperar energía en cuestión de minutos y continuar. El tiempo total de trayecto se reducirá, y la flexibilidad de uso aumentará.

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