Los retos actuales de la salud en España son cuatro: mejorar el estado de salud, promover estilos de vida saludable, mejorar el acceso al sistema sanitario público y mejorar el acceso a los cuidados de larga duración. Así se desprende de la investigación llevada a cabo por Rosa Martínez López, profesora de Economía Aplicada de la universidad Rey Juan Carlos, junto a Luis Ayala -de la misma universidad- y Carolina Navarro -de la UNED- sobre el estado de la salud en nuestro país, incluida en el estudio “Necesidades sociales en España”, que acaba de publicar el Observatorio Social de laCaixa. Rosa nos ha explicado en detalle a qué nos enfrentamos en este ámbito.

Vuestra primera conclusión es que percibimos que tenemos mejor salud.
Sí. Y es verdad que es una pregunta subjetiva, pero es un indicador al que se le da bastante validez porque muchos estudios han demostrado que está muy relacionado con datos objetivos. Es un dato positivo.

¿Y, en este caso, es así?
El estado de salud en España, a grandes rasgos, ha mejorado bastante en los últimos años y es comparativamente bueno, en relación a otros países del entorno cercano. Esta conclusión se basa tanto en datos objetivos, como por ejemplo, la esperanza de vida o la mortalidad por diversas enfermedades, como en esa percepción subjetiva de los ciudadanos (autovaloración del estado de salud, limitaciones auto-declaradas, etc).

El estado de salud en España, a grandes rasgos, ha mejorado bastante en los últimos años y es comparativamente bueno

¿Hay problemas nuevos o son los de siempre?
Hay reto que no se veía tan claramente como una necesidad social hace unos años, pero creemos que ya en la actualidad -no solo de cara al futuro- que es la cobertura de la dependencia. Es un reto emergente. Cada vez hay más personas mayores en la población y cada vez somos más longevos, vivimos más años.

En España hemos tenido una evolución positiva, porque en 2007 se pone en marcha la ley de dependencia que reconoce un derecho a la atención que hasta ese momento no se reconocía. Hay que valorarlo como un avance. Pero desde ese momento han faltado recursos y, en algunos momentos voluntad política, para llegar a materializar este derecho en la práctica. En el momento actual, los indicadores nos dicen que más de la mitad de las personas mayores que requieren ayuda cotidiana no la reciben o reciben menos de la que necesitarían. Hay un problema de cobertura insuficiente. Lo reconocen los datos oficiales, cuando señalan que hay unas 250.000 personas en lista de espera para recibir atención. Esta atención a veces llega demasiado tarde, porque los procesos burocráticos son largos o complicados.

Los cuidados de larga duración tienen una implicación de género, porque acaban recayendo sbore las mujeres de las familias

Pero, ¿son los cuidados adecuados?
Los cuidados que reciben tienen todavía un déficit de profesionalización. Es decir, se basan muchas veces en ayudas económicas a los cuidadores familiares. Ayudas económicas muy bajas, además. Que lo que hacen es volver a dejar el problema en manos de la familia y, a la vez, negar a esas familias el acceso a la atención domiciliaria, los centros de día, las residencias… que son servicios en los que faltan plazas, son obviamente más caros y se consideran incompatibles con el cuidado familiar. Esto además tiene una implicación de género, porque acaba recayendo y sobrecargando a las mujeres de las familias, que son las que a menudo abandonan su carrera laboral o la aparcan durante un tiempo para cuidar a sus familiares.

¿Cómo está la salud de los más jóvenes?
La tendencia que más preocupa -y no solo en España, también en otros países europeos- es el incremento de la obesidad infantil y juvenil. Tiene que ver con las dietas menos saludables, altas en azúcar y grasas saturadas, con productos cada vez más ultraprocesados, que tienen mucha publicidad en televisión. Y tiene también que ver con un menor nivel de actividad física en relación con generaciones anteriores. Es uno de los posibles problemas emergentes que deberíamos afrontar.

Pero en España se supone que tenemos hábitos más saludables
Sí, no solo en nuestro estudio se recogen indicadores relacionados con la dieta, también en otros recientes. Por ejemplo, la esperanza de vida en España es muy alta, de las más altas del mundo. ¿Por qué? Se alude a la dieta como uno de los factores de estilo de vida más significativos. Los expertos reconocen que nuestra dieta es buena, en comparación a otros países, sobre todo del centro-norte de Europa. Pero ahora mismo detectamos que las personas más jóvenes en muchos casos la están siguiendo menos. Se da la paradoja de que en muchas familias, los padres comen más sano que sus hijos. A largo plazo, eso no augura nada bueno.

¿Contamos con un buen sistema sanitario?
Nuestro sistema de sanidad pública es universal y muy accesible. Al menos en principio. Uno de los retos es mejorar el acceso a él. En España es algo que se percibe como algo que funciona razonablemente bien. Pero, sí es verdad que hay áreas que nuestro sistema sanitario no cubre de forma adecuada. Un ejemplo es la salud bucodental, que hay países europeos que la tienen cubierta por el presupuesto público y en España sabemos que la cobertura es muy deficiente. Las personas de bajos recursos dejan de ir al dentista o dejan los tratamientos que necesitan, simplemente por el coste económico que tienen. Eso en la crisis se ha notado mucho.

Otro problema importante que tiene el sistema español es el de las listas de espera. Que es verdad que no son iguales en todas las especialidades ni comunidades autónomas. La primera visita al médico es fácil, pero todo el proceso de diagnóstico y tratamiento de una enfermedad a veces se demora. En este indicador España ya no queda tan bien parada. Es otro ámbito que habría que mejorar.

¿Y el acceso a los medicamentos?
Con la implantación del copago -que ahora está otra vez en discusión-, se pusieron topes mensuales para los pensionistas, pero no para los jubilados o los parados. Hay encuestas que están detectando que ciertos grupos sociales, como los parados, en algunos momentos no tienen los recursos necesarios para acceder a las medicinas que les está recetando la sanidad pública. Por ahí también podría haber un problema de acceso equitativo.