Diez segundos. Ese es el tiempo que se tarda en cambiar el mundo. Así, como suena. Créenos, lo hemos comprobado. Tan sencillo como entrar en la web de Amnistía Internacional [AI] y firmar una petición de liberación para Nasrin Sotoudeh, condenada a 38 años de cárcel y 148 latigazos [sí, has leído bien, latigazos en el siglo XXI] por defender los derechos de las mujeres en Irán. Apoyar su causa es, aunque a algunos les cuente asimilarlo, hacer que la vida sea un poco mejor para todas las personas.  

Así, en diez segundos, nos hemos convertido en activistas. Casi, como María Ramírez, aunque ella nos saca mucho terreno, la verdad. “Llevo casi ocho años en Amnistía Internacional”, explica. Y confirma nuestras sospechas: “Para ser activista no tienes que ser experto en nada, simplemente tienes que tener las ganas”. 

Para ser activista no tienes que ser experto en nada, simplemente tienes que tener las ganas

Cualquiera puede convertirse en activista. Imagen: Amnistía Internacional

Para ser activista no tienes que ser experto en nada, simplemente tienes que tener las ganas 

Comienzos 

Algo que corrobora Paloma González, responsable del Área Activismo de la organización. “Activista puede ser quien quiera. Lo que necesita es, sobre todo, querer cambiar las cosas. Luego ya depende de cómo quieras participar, te ofrecemos diferentes materiales y recursos que te pueden ayudar: desde pegatinas hasta formación”, explica.  

María, que estudió Trabajo Social, recuerda su llegada a AI como uno de sus momentos favoritos. “Empecé con el equipo de infancia”, relata. Pero esa vivencia no es la única que le despierta una sonrisa, también “cuando fui elegida para estar en el comité ejecutivo federal, que es el órgano de gobernanza de AI, en el que me dieron el trabajo sobre mujeres y jóvenes”. Y este mismo año, "conocer a una activista de Filipinas de derechos humanos y medio ambiente, Marinel Ubaldo, tratar con ella y compartir una mesa de debate fue impresionante, aprendí un montón”. 

En diez segundos te puedes convertir en activista y cambiar el mundo

En diez segundos te puedes convertir en activista y cambiar el mundo. Imagen: Amnistía Internacional

En España, la organización cuenta con casi tres mil activistas 

España 

En España, la organización cuenta con casi tres mil activistas, agrupados en unos ochenta equipos que trabajan en temas que van desde la pena de muerte y la discriminación por género u orientación sexual, hasta los conflictos bélicos. El objetivo es “hacer visibles violaciones de derechos humanos a través de las personas que las están sufriendo y mejorar la vida de esas personas”, nos cuenta Paloma. 

Y ese detalle es importante, porque en AI muchos de los casos llevan nombre y apellidos: Nasrin Sotoudeh, Scott Warren [juzgado en Estados Unidos por cargos de “dar refugio” a dos personas migrantes a las que proporcionó ayuda humanitaria en la localidad de Ajo, Arizona, donde vive], Elżbieta Podleśna [que lleva años luchando contra el odio y la discriminación en Polonia y ahora se enfrenta a dos años de cárcel por pintar un arcoiris] o Aser Mohamed [que con catorce años fue sacado de la cama y detenido sin mostrar ninguna orden judicial de detención ni de registro el 12 de enero de 2016 en El Cairo y permaneció cautivo durante 34 días, sin que su familia supiera de su paradero].  

La pandemia ha hecho que utilizásemos más las nuevas tecnologías para seguir en contacto y trabajando juntos 

Sin tiempo 

Si estás pensando que no tienes tiempo para dedicarle, tenemos buenas noticias. Como explica María, “hay muchos tipos de activismo. Yo he tenido épocas en las que no he podido estar presencialmente y lo he hecho a distancia”. 

Ese teleactivismo se está reforzando a partir de la Covid-19: “La pandemia ha hecho que utilizásemos más las nuevas tecnologías para seguir en contacto y trabajando juntos pero a distancia. Eso nos ha permitido llegar a gente que antes por temas laborales, de horarios o de conciliación familiar no podían asistir a las reuniones presenciales, pero en formato virtual sí puede”, dice Paloma. 

El feminismo no es odiar a los hombres, es encontrar el equilibrio entre la igualdad y la diferencia 

Derechos básicos 

Para María, que ahora es vocal de género en el comité ejecutivo federal –el órgano de gobernanza de AI-, el activismo “es una forma de luchar por los derechos de la gente, derechos básicos como que un niño menor no sea juzgado como un adulto o conseguir hitos como el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo, que no se vendan armas de forma ilegal.... Temas que son básicos y muy relevantes”. 

Algunos de ellos, a pesar de ser tan evidentes, pueden pasarse por alto, incluso en AI. Por eso, el papel de María como vocal de género es fundamental: “Por ejemplo, no es lo mismo torturar a un hombre que a una mujer. A una mujer se la llega a violar o amenazar a sus hijos. A un hombre es otro tipo de tortura. No es lo mismo niño soldado que niñas soldado, a las que se acaba utilizando como mensajeras, se las obliga a casarse con los soldados, las violan...”.  

Y asegura que el feminismo “no es odiar a los hombres. Es buscar la igualdad, decidir sobre tu propio cuerpo, poder pasear por la calle sin tener miedo a que me pase algo, que no se me juzgue por ser mujer, no tener miedo. Es encontrar el equilibrio entre la igualdad y la diferencia”. 

Actuar  

Para Paloma, lo importante es actuar, sea en la organización que sea: “En el momento en que haya algo que te indigne, relacionado con derechos humanos o con otra situación, ponte en contacto con AI, pregunta qué te ofrece, prueba y ves si responde a tus necesidades. Si AI no es tu organización, no pasa nada, porque seguro que hay otra que lo es y lo que importa es la suma, el conjunto”.  

Según María, el activismo “es como todo el voluntariado: hacer algo que se tiene que hacer porque lo quieres hacer, sin esperar nada a cambio”. 

Así que, ya lo sabes, si tienes diez segundos, hoy mismo puedes convertirte en activista y hacer que este mundo sea un poco mejor.