En El Telescopio no nos gana nadie a defender la tecnología. Pero siempre entendida desde un punto de vista sensato y constructivo. Por eso, tampoco se nos van a adelantar a la hora de alertar sobre sus posibles peligros. Y uno de ellos es, por supuesto, la desigualdad.  

Hemos hablado con Dulce Manzano, que es profesora del departamento de Sociología Aplicada de la Universidad Complutense de Madrid y doctora por el Instituto Juan March de Estudios Avanzados de Ciencias Sociales. Sus investigaciones se han centrado en la educación desde distintas disciplinas y, entre ellas, se encuentran estudios sobre desigualdad educativa. 

Manzano acaba de publicar en el Observatorio Social de ‘la Caixa’ una investigación realizada junto a su compañera de universidad María Fernández-Mellizo, en la que analizan la influencia de la educación de los progenitores en el uso de internet por parte de estudiantes de 15 años. 

A mayor nivel educativo de los padres, menor uso de internet 

Hallazgos 

Su primer hallazgo es que "el nivel educativo de los padres influye negativamente en el tiempo de uso de internet. Es decir, a mayor nivel educativo de los padres, menor uso de internet” [durante los días lectivos, en horario fuera de la escuela].  

El nivel educativo de los padres influye en el uso de internet por los adolescentes. Observatorio Social de ‘la Caixa’ Imagen:

El nivel educativo de los padres influye en el uso de internet por los adolescentes. Observatorio Social de ‘la Caixa’ Imagen: 

El tipo de uso también es diferente. “Utilizamos una variable que hemos creado sobre el tipo de actividades que llevan a cabo los adolescentes con internet, si son de ocio o de materia educativa”. 

Un mayor nivel educativo de los padres incentiva que sus hijos hagan un tipo de uso de internet más para actividades educativas 

Menos ocio 

Manzano explica que “el resultado –que no es tan robusto, aunque sigue siendo significativo- es que un mayor nivel educativo de los padres de nuevo incentiva que sus hijos hagan un tipo de uso de internet más para ese tipo de actividades, que para las de ocio”. 

Otro factor clave es la homogamia educativa. Con este término se hace referencia al hecho de que ambos miembros de una pareja hayan llegado a etapas académicas similares. “Es decir, en un hogar donde uno de los progenitores ha alcanzado el nivel universitario –que es el mayor posible-, la educación del otro progenitor es adicional en los patrones de uso”, explica.  

El acceso a dispositivos digitales más sofisticados hace que se utilicen más 

Poder adquisitivo 

El poder adquisitivo no tiene tanto efecto en el tipo de actividades que realizan, pero sí en el tiempo de uso: “A mayor nivel de riqueza, mayor es el tiempo de uso. Entendemos que esto se debe fundamentalmente al acceso a dispositivos digitales más sofisticados, más actualizados, que hace que al final se utilicen más”. 

Esta investigación permite “ver en qué medida el origen social influye en el rendimiento académico de los estudiantes, a través del uso de las nuevas tecnologías”. 

De esta manera, se avanza en la comprensión que ya está presente en la literatura sociológica, en la que “se confirma que el nivel educativo de los padres influye positivamente en el rendimiento académico de sus hijos: los hijos de padres con niveles educativos más altos suelen tener unas puntuaciones en las evaluaciones PISA o unas notas en clase más altas. Es una relación que se confirma en España y en todos los países europeos desarrollados”.  

A partir de un umbral de tiempo de uso, las nuevas tecnologías reducen el rendimiento académico 

Búsqueda de explicaciones 

Hay distintas explicaciones a este fenómeno: “Queríamos explorar uno de ellos, que proponemos nosotros, que es el uso de las nuevas tecnologías. Sí que existe literatura económica que apunta a que hacerlo en exceso, como ver la televisión en décadas anteriores, perjudica el rendimiento académico en competencias básicas como las matemáticas, ciencias, etc.”.  

Eso no significa que los dispositivos electrónicos tengan un efecto negativo desde el primer momento: "Un cierto uso no tiene efecto pero, a partir de un umbral de tiempo, las nuevas tecnologías reducen el rendimiento académico. Básicamente, porque los chavales no se dedican a hacer los deberes, las tareas, y sustituyen el tiempo de actividades educativas y deberes en el uso de las nuevas tecnologías para ocio”, explica Manzano.  

Los padres con nivel educativo más alto dedican más tiempo al cuidado parental y realizan actividades de mayor estimulación intelectual 

Modelos diferentes 

Según sus investigaciones, esto se debe a un modelo educativo diferente en los progenitores: "Una explicación de por qué los hijos de padres con niveles educativos más altos tienen mejor rendimiento académico podría ser porque estos ejercen un control mayor o porque los primeros utilizan menos estas herramientas digitales, sobre todo para ocio. Y nuestro estudio confirma que este puede ser uno de los mecanismos de desigualdad educativa”.  

Manzano explica que este tipo de estudios son más recientes dentro de la desigualdad educativa. “Lo que apunta es a que los padres, en función de su nivel educativo, tienen distintos patrones de crianza, de cuidado parental”.  

En general, "los padres con nivel educativo más alto, no solo dedican más tiempo al cuidado parental, sino que sobre todo realizan actividades de mayor estimulación intelectual, que requieren una mayor interacción con el niño. Además, esas actividades son de naturaleza educativa como ir a museos, bibliotecas, leer libros...”. 

Actividad pasiva 

Algo que no sucede con internet: “Es un tipo de actividad pasiva, que el niño realiza solo. Y, por tanto, es más acorde con un tipo de crianza pasiva”. Que, de acuerdo con otras investigaciones, “está más presente en los hogares de menor cualificación, de menor formación. Y nuestro artículo demuestra que es así”.  

La conclusión es que “el uso de internet puede ser fuente adicional de desigualdad, en la medida en que lo usen más los hijos de hogares desfavorecidos que los de los favorecidos”.  

Algo que pone en cuestión “la idea de que el uso de nuevas tecnologías es positivo para las capacidades cognitivas y para la competencia de los estudiantes. Parece ser que no es tanto”, afirma Manzano.