Que el autoempleo es una opción profesional que cada vez llama más la atención a muchas personas, no lo vamos a negar aquí. Pero lo que tampoco podemos olvidar es que una de cada cinco personas que trabajan por cuenta propia, no lo hacen porque quieran, sino obligadas por las circunstancias.

Así lo demuestra el estudio El autoempleo involuntario y dependiente en España, realizado por Raquel Carrasco, de la Universidad Carlos III de Madrid y Virginia Hernanz, Universidad de Alcalá; y publicado en el Observatorio Social de la Fundación “laCaixa”.

El autoempleo involuntario no es deseable

Involuntariedad
Los datos, extraídos del módulo ad hoc 2017 sobre las personas autónomas, de la Encuesta de Población Activa de la Unión Europea -disponible para realizar investigaciones desde julio del 2019-, señalan que “el autoempleo involuntario en España (21,7 por ciento de los autónomos) superó la media europea (16,9 por ciento) en el 2017”.

Porque una cosa es optar por un trabajo por cuenta propia y otra muy distinta, que no te quede más remedio. Cuando preguntamos a Virginia Hernanz si es bueno o malo, responde: “Eso, no sé. Pero no es deseable”. La situación suele venir provocada, bien por una decisión de la empresa que tenía contratada a la persona, bien por la incapacidad para encontrar un nuevo empleo. 

El mercado de trabajo presenta muchos fallos que pueden generar condiciones poco deseables

Dos décadas de investigación
Hernanz es profesora en la universidad de Alcalá. Su tesis doctoral se centraba en la segmentación del mercado de trabajo en España por la existencia de contratos temporales e indefinidos. Lleva dos décadas analizando su impacto en la calidad de los empleos, en las diferencias salariales y en las posibilidades de formación, entre otros aspectos. “El mercado de trabajo no es homogéneo y como mercado presenta muchos fallos que hacen que pueda llevar a cierto grupo de trabajadores a encontrarse en unas condiciones que no son las más deseables”, explica.

Y si ser autónomo involuntario no es deseable, menos lo es en el caso de los autoempleados dependientes, que -según señala la economista- “añade un paso más en la precarización”. Se trata de personas que trabajan por cuenta propia, pero solo tienen un cliente. Algo que responde a una imposición de la empresa, por supuesto.  

El porcentaje de involuntariedad es mucho mayor en países con menos temporalidad

Menos derechos
Según Hernanz, es una situación que no es deseada por quienes se encuentran en ella, porque “pierden derechos laborales”. Y, como ella misma señala en relación al resto de autoempleados involuntarios, “cuando te dicen que lo son ya te están diciendo que a lo mejor preferirían estar bajo la cobertura de un convenio, un derecho de desempleo más claro o más previsto en la legislación laboral, etc.”.

La buena noticia podría ser que, en este aspecto -el de los autónomos dependientes-, estamos por debajo de la media europea (3,6 por ciento frente al 8,4 por ciento). “Quizá porque nosotros ya tenemos otras formas de flexibilidad laboral, como los contratos temporales, con menores costes de despido o de contratación” apunta Hernanz.

“Cuando lo analizamos para Europa, vemos que países que tienen una menor temporalidad tienden a tener más porcentaje de este tipo de trabajadores: sin empleados y trabajando para un solo cliente. En ese caso te das cuenta de que el porcentaje de involuntariedad es mucho mayor. Sobre todo, en países que tienen menos temporalidad” destaca.

Es más frecuenten entre los más jóvenes, en actividades como la construcción o cierto tipo de servicios

Heterogeneidad
Aunque no hay un perfil perfectamente definido de persona en este tipo de situaciones, Hernanz nos explica que “precisamente, el objetivo de este trabajo es intentar determinar un cierto patrón. Vemos que es más frecuenten entre los más jóvenes, en actividades como la construcción o cierto tipo de servicios. También es más frecuente entre los trabajadores con menor cualificación, que hay una mayor incidencia en regiones donde el salario mínimo como proxy de la distribución salarial también tiene mayor incidencia”.

Algunos indicadores, como el valor añadido per cápita de la región, sirven para “establecer ciertos patrones que explicarían que Galicia supere en diez puntos a La Rioja, por ejemplo”.