Es innegable que, como adagio electoral, la frase de Kennedy es de diez. No te preguntes tanto qué puede hacer tu país por ti y preocúpate por lo que puedes hacer por tu país. Pero oye, cuando llega el momento de bajarse el programa Padre o de rellenar la trimestral, el patriotismo se vuelve duda. Y si en vez de España, con sus carreteras y hospitales tangibles, nos preguntamos qué ha hecho la Unión Europea por nosotros, la duda se vuelve una incertidumbre, sobre todo a las puertas de unas elecciones comunitarias.
Con el fin de resolver este misterio, ponemos rumbo a Bruselas por dos días, invitados al Parlamento Europeo para acudir al seminario Connecting Lives, sobre el Mercado Digital Único, sus logros y sus desafíos. O, en otras palabras, en qué se gasta Europa nuestros impuestos en la época del internet de las cosas, la inteligencia artificial y la realidad virtual. Y qué hacen nuestros representantes para que seamos y nos sintamos muy europeos y mucho europeos.
Y qué mejor carta de presentación para este objetivo, toda vez que las fronteras dentro de Europa solo se ven en los mapas, que la erradicación del roaming, el coco al que más temían quienes saltan de aeropuerto en aeropuerto comunitario y con el que tiemblan al llegar la factura del teléfono móvil. La encargada de sacar pecho fue Pilar del Castillo, a la que muchos recuerdan como ministra española de Educación pero que ahora ejerce de eurodiputada dedicada a la Industria y las telecomunicaciones.
“El fin del roaming permite que en cualquier lugar de Europa podamos hablar con nuestra familia, nuestros amigos o nuestros jefes sin coste adicional” señalaba Del Castillo. Y para buscar la ruta hasta el Parlamento Europeo en Google Maps sin tener que pedir una hipoteca, añadimos los despistados. “¿Están preparando alguna medida para evitar que las empresas de telecomunicaciones no suban las tarifas para compensar la pérdida de ingresos del roaming?”, le preguntan. “No tenemos constancia de que eso haya pasado”, responde la eurodiputada. Pasa palabra. Hay cosas que no cambian, aunque la tecnología avance.
Sin garitas entre Irún y Hendaya y sin tarificación especial en el teléfono, siguen existiendo anacronismos por salvar, como los geobloqueos. Muy atribulada por ello estaba la mismísima vicepresidenta del Parlamento Evelyne Gebhardt, quien confesaba su incapacidad para comprar en el Amazon de Alemania una cafetera para su madre desde Francia, donde vive. “Es discriminatorio, nadie te pide el pasaporte en una tienda física”, lamentaba. Existen medios técnicos para sortear el problema, pero no todos los internautas tienen los conocimientos para usar un VPN y poder ver en Netflix desde Ávila los mejores capítulos de Rex, un policía diferente.
Robots, abejas y agricultores
Pero volvamos a los casos prácticos del destino final de nuestros impuestos. Las jornadas sirvieron para poner cara a algunos de los proyectos financiados por la Unión Europea, aunque uno de los más llamativos, MARIO, más que rostro tiene solo ojos. Hablamos de un robot dotado de inteligencia artificial y creado para asistir y hacer compañía a las personas mayores dependientes y aquejadas de males como el Alzheimer. Con una dotación cercana a los 4 millones de euros. O Pollenity, un proyecto búlgaro que ha recibido 600.000 euros para monitorizar panales de abejas y descubrir por qué están desapareciendo antes de que sea demasiado tarde.
Otros proyectos llamativos fueron Greek Agroknow, con cerca de 3 millones de financiación, para digitalizar datos sobre agricultura y ofrecerlos en Open Data para que los agricultores mejoren sus conocimientos y cultivos. O Inception, una idea italiana para crear un archivo en 3D, combinado con Realidad Virtual, del ingente patrimonio artístico de Europa.
Aunque la estrella, por méritos propios, fue Sergio Sánchez, un chaval de 11 años llegado a Bruselas desde Jerez de los Caballeros (Badajoz). Él fue el niño que más libros leyó usando Odilo, el programa que representaba a España y que se ha encargado de digitalizar miles de libros para instituciones y que usarán todas las escuelas de Extremadura, ahorrándose hasta un 60% de gasto en libros. El ejemplo de Sergio encandiló a Teresa Küchler, la periodista que moderaba el acto: “Por favor, que nadie le enseñe a este niño lo que es Netflix”. Sobre todo, cuando pueda ver las aventuras de Rex, el perro policía.