La felicidad es un concepto subjetivo al que la Real Academia de la Lengua dedica tres acepciones. Por una parte lo define como ‘estado de grata satisfacción espiritual y física’; por otra, es la ‘persona, situación, objeto o conjunto de ellos que contribuyen a hacer feliz’; y por último, se refiere a ella como ‘ausencia de inconvenientes o tropiezos’.

El estado, sensación o como cataloguemos la felicidad depende tanto de la persona que influye en muchos aspectos de la vida cotidiana desde la génesis -nacimiento-, hasta el ocaso -muerte-.

El inicio de la vida va acompañada, casi siempre, de esa sensación. El segundo, provoca -también por regla general- el efecto contrario de tristeza, pero ¿influye la felicidad en ser más o menos longevos? y, sobre todo, ¿vivir más años es sinónimo de felicidad?

En ambos supuestos la salud juega un papel más que destacado.

El estudio ‘Las mujeres viven más años, pero no siempre con buena salud y felicidad’, publicado por el Observatorio Social de “la Caixa”, trata de poner los puntos sobre las íes en una materia que a muchos ni siquiera le plantearía dudas, al dar por hecho que longevidad, sí o sí, conlleva ese estado de satisfacción.

En España “experimentamos una esperanza de vida que es de las más largas del mundo; sin embargo, estos años que alargamos de vida no necesariamente son con buena salud, o buena felicidad”, asegura a ELPLURAL.COM su autora, Aïda Solé-Auró.

De los primeros en longevidad

Las cifras demuestran en general que, por ejemplo en Europa, las mujeres viven más que los hombres, ocupando las españolas (86 años) los primeros lugares del ranking, al igual que los hombres (80 años) en comparación con sus congéneres del Viejo Continente.

En contra de lo que se podría pensar, más años no es igual a felicidad. Como se cuestiona la también investigadora y profesora del departamento de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Pompeu Fabra y coordinadora del grupo DemoSoc, “¿cómo definimos la felicidad?”. A su juicio, es un variable “muy compleja”. Algo similar ocurre con la salud. “Dependiendo de la medida de salud exacta que analices, te va a dar más años o menos años en buena o mala salud o más años o menos años en buena o mala felicidad”.

En este estudio se ha utilizado el indicador GALI (Global Activity Limitation Instrument) para la salud, y una escala de 0 a 10 para medir la felicidad.

El trabajo ahonda en la rotura de la extendida creencia que unía vivir más tiempo y felicidad. La realidad es bien distinta en países como España o Francia, donde las mujeres son más longevas, aunque “con una proporción de años de felicidad inferior” a otras naciones.

Salud, dinero y amor

Tres cosas hay en la vida salud, dinero y amor, él que tenga estas tres que le dé gracias a Dios...’. Es fácil entender los dos últimos elementos sumados o por separado como factores que ayudan, por lo menos es lo que expresa el conocido tema. Si le unimos la salud, el bienestar físico y mental, entonces la combinación es perfecta.

Esto, según el informe publicado por el Observatorio Social de “la Caixa”, es precisamente lo que no sucede en el caso español.

Algunas investigaciones citadas por Aïda Solé-Auró confirman que los niveles elevados de felicidad son positivos para vivir más tiempo, a lo que habría que añadir que “las personas más felices viven más años”. En la consecución de ese estado influyen factores como “niveles bajos de enfermedades crónicas” o de estrés.

Además de los anteriores, también otros conectados a la realidad que rodea a las personas y que tienen que ver con su entorno y contexto (zonas verdes, seguridad, nivel socioeconómico e, incluso, la corrupción del país, por solo citar algunos).

Lo explica la autora al indicar que para el cálculo de la esperanza de vida se precisan los datos sobre mortalidad, que “es algo objetivo. Pero para calcular cuántos años dentro de esa esperanza de vida los pasamos con buena salud o con buena felicidad, necesitamos otras medidas, y aquí entran en juego las subjetivas”. Estas últimas, a diferencias de las objetivas, resultan mucho más difíciles de determinar.

A pesar de ello, afirma que para “profundizar y entender” cómo es la calidad de vida de las personas, es necesario combinar “los indicadores objetivos de salud (mortalidad) y los subjetivos (percepción de la satisfacción con la vida)”.

En el caso de las mujeres en Francia, Italia y España, la esperanza de vida a los 50 años es elevada, pero también “son los países con el número más alto de años vividos con bajos niveles de felicidad”.

La explicación la ofrece Solé-Auró al señalar que “a partir de esa edad es cuando las mujeres experimentan más dificultades en cuanto a la salud. Ellas la tienen peor y ellos mueren más rápido. En el caso de las mujeres puede estar relacionado -aunque no siempre y no en todos los países- con una peor felicidad”.

Herencias pasadas

La cuestión que se plantea entonces está relacionada con ese menor nivel a partir del medio siglo de vida en el caso de las mujeres españolas.

La duda a resolver es si las cargas que soportadas a lo largo de su vida derivadas, en particular, de las diferencias de género, han influido o no en ese deterioro de la salud y, por ende, en su felicidad a pesar de ser más longevas.

Parece evidente, aunque Aïda Solé-Auró aclara que no hay una evidencia empírica en este sentido. Precisamente, en este momento su equipo de investigación ha iniciado “un nuevo proyecto para determinar, a través de una encuesta a 3.000 personas de toda España, si la brecha de género en cuanto a la felicidad puede venir explicada por una mayor desigualdad en relación con las cargas familiares”.

Este sondeo, con entrevistas a mujeres y hombres entre 30 y 65 años, puede resultar fundamental para arrojar luz -o confirmar las evidencias- sobre un hecho que parece una paradoja en sí mismo, como es el que afecta a las mujeres de vivir más, pero con menos felicidad y peor salud.

El objetivo del nuevo estudio es determinar si “nosotros tratamos de reducir esa brecha de género, si intentamos equilibrar las cargas entre hombres y mujeres”, se puede dar la vuelta a esa paradoja y que los años de más sean también de felicidad. “Sospechamos esto, pero hay que esperar a ver los resultados”, concluye.