China se ha convertido en referente en diferentes aspectos relacionados con la innovación y las nuevas tecnologías. Una de las materias en las que el gigante asiático destaca es el de la robótica, tanto en su desarrollo, como en su aplicación a la vida cotidiana.

Hay muchos y variados ejemplos de esto, repitiéndose con bastante frecuencia. Uno de los casos más llamativos es el del humanoide médico, un robot que acabó la carrera de medicina y que, incluso, inició su período de prácticas en un centro médico de aquel país.

Ahora se ha sabido que un grupo de científicos chinos han desarrollado una "piel" robótica con sensores táctiles que detecta la presión y el pulso de forma similar a la humana.

La información ha aparecido en la revista Science Robotics, donde la describen como una tecnología que supone un gran paso en el desarrollo de prótesis inteligentes, entendiendo estas como aquellas capaces de sustituir o reemplazar las posibilidades de sensación que ofrecen los miembros naturales.

La piel humana percibe la presión como parte del contacto, lo que posteriormente es transformado en señales a los nervios, que a su vez las trasladan al cerebro y crean así la sensación de pulso. Según el estudio realizado por el investigador de la Academia de Ciencias de Ningbo (China), Yuanzhao Wu, restaurar esta sensación es importante para que los miembros artificiales sean más parecidos a la realidad y, de este modo, más aceptables por los usuarios.

El trabajo elaborado por este grupo de científicos capitaneados por Wu ha logrado crear un sistema, una "piel electrónica", que puede convertir la presión al tacto en señales eléctricas internas.

Esta piel cuenta con un sensor magnético y un circuito eléctrico que transmite las señales convertidas en pulsos con varias frecuencias en función de la presión recibida. Los investigadores pusieron este dispositivo en un dedo artificial, que fue capaz de percibir los contactos más sutiles, como el soplo del viento.

Más adelante, esta piel robótica también fue capaz de detectar y responder al tacto de gotas de agua y el movimiento de hormigas. En algunos casos, de hecho, los pulsos respondieron a presiones que excedieron el umbral en la capacidad de sensación de los humanos.