Empieza el directo con todo tipo de problemas técnicos y atropellado. Trata de darle forma a la introducción y al final, con un giro de cadera prodigioso, encauza la sesión en décimas de segundo. Todo ha transcurrido en la cuarta parte del tiempo que en cualquier programa de la televisión actual emplean en sentarse.

Ibai Llanos es un fenómeno y se la suda. Todo. Mucho. Ha ascendido sin los absurdos filtros de lo correcto que han truncado tantas prometedoras carreras y ahora simplemente, hace su trabajo. Y con lo que se dice alrededor sobre él, lo ignora o se echa unas risas con los amigos. “Te doy la mano”, diría Ibai.

“El vasco de 25 años que gana 1,3 millones al año enseñando a tus hijos cómo juega al ordenador”, como le llaman algunos, acaba de ser nombrado Mejor Streamer Mundial del Año y es actualmente el periodista más importante de este país.

Un apunte. Protagonizó el prelanzamiento de la PS5 de Sony en un loco anuncio dirigido por Jaume Balagueró que se creó en directo. Y luego fue una de las estrellas de la lujosa película con la que se promocionó ese aparato, que hoy supone la primera industria del entretenimiento.

Es cierto que aparecer en un anuncio no le hace a uno periodista (el de Ibai no sería el primer caso, no obstante). Pero es que este vasco de 25 años que gana 1,3 millones, lleva comunicando desde hace años a una audiencia que no ha parado de crecer con un estilo tan auténtico, visceral y honesto que resulta irresistible.

Sus inicios como streamer de LOL parecen ser una barrera infranqueable para algunas mentes. “Enseña a tus hijos cómo juega al ordenador”. Como si a Vicente Vallés le pusiéramos siempre la coletilla “el chico que presentaba Teledeporte”.

Pero lo cierto es que el stream de Ibai en Twitch es ahora mismo uno de los programas de entrevistas, entretenimiento e información de referencia en este país y buena parte de Hispanoamérica. Puede que algunos periodistas no se hayan percatado, pero las marcas y las estrellas, sí.

Por eso, el mismo día que C. Tangana sacaba una nueva canción de la que todo el mundo habló, su primera acción promocional fue visitar la casa de Ibai. Por eso, Marc Gasol decidió que la exclusiva deportiva más relevante en meses se la iba a dar a Ibai.

Quizá Marc Gasol se arrepintió durante algunos segundos de su decisión sobre dónde anunciar su pase a Los Angeles Lakers. Ibai comienza el directo con todo tipo de problemas técnicos y atropellado. Anuncia la presencia de la estrella de la NBA que persiguen todos los medios del país, pero acto seguido le deja colgado, mirando a la pantalla, mientras él va a resolver un problema con su perra. Marc aguanta entre la sorpresa y la estupefacción. Ibai regresa. Marc se arranca de nuevo a contar su historia, pero es interrumpido otra vez por Ibai que vuelve a desaparecer y, fuera de plano, le oímos dando voces.

Sí va en camiseta. A veces, las más, en bata. Trabaja en casa frente al ordenador, como hoy casi todos. Después de ese inicio poco académico, Ibai se lanza a una entrevista que lo tiene todo. Conocimiento, buenas preguntas y una complicidad que hace que el entrevistado cuente lo que interesa sin necesidad de someterle a un tercer grado, algo que parece ser ahora la tónica del buen hacer informativo.

Ibai está a varias pantallas de eso. Ibai es el monstruo final del monstruo final. Gana “8 millones de euros al minuto”, como aceptó irónicamente ante los comentarios en los medios, pero es capaz de llevarle el tupper de macarrones a su compañero a la habitación, no como Rocío Piso.

Entre risas, lanzamientos de chanclas y recogidas de mierda de perro, Ibai comunica un mensaje muy positivo. Huyendo de los malos rollos, del hate. Aceptando a todos cómo son y tratando igual a la estrella del Madrid que los usuarios anónimos de Twitch. Sus peculiares vídeos motivacionales para afrontar los exámenes fueron uno de los primeros virales que transcendieron más allá de su público primigenio.

Sin anuncios ni promociones previas, convoca a 1,7 millones de personas frente al ordenador para verle entrevistar a un jugador de baloncesto. O se echa unas partidas con el Kun Agüero o Thibaut Courtois y cuando alguno de ellos tenga que decir a qué equipo se irá, ya sabemos dónde lo dirán.

Quien quiera verlo como algo generacional, tiene sus argumentos. Pero comunicar siempre ha consistido en llegar a los demás. De manera masiva. Y eso, hoy, nadie lo hace como Ibai.