Hace 30 años, los clubes españoles se preparaban para afrontar un nuevo mercado estival. Las direcciones deportivas echaban humo ingeniándoselas para decidir qué jugadores ocuparían las 5 plazas que, por entonces, podían ir dedicadas a futbolistas extranjeros (solo se permitía la coincidencia de 3 en el césped). El Real Madrid cerró aquella ventana de 1995 con Redondo, Laudrup, Snaider, Zamorano y Rincón como únicos integrantes no españoles de la plantilla y el FC Barcelona con Figo, Hagi, Kodro, Popescu y Prosinecki. Fue el último mercado de fichajes con este límite y todo gracias a un jugador belga que apenas pudo hacer carrera en el fútbol, pero lo cambió para siempre: Jean-Marc Bosman.

En 1990, Bosman jugaba en el Real Fútbol Club Lieja, un equipo de mitad de tabla de la Liga Belga. Su contrato finalizaba a final de temporada y la entidad le ofreció una renovación a la baja con una reducción de salario del 75%. Esto provocó que el futbolista desistiera de negociar y pasó a estar en el mercado. En esos años, los jugadores que quedaban libres seguían dependiendo del último club al que habían pertenecido. El Lieja puso a Bosman en la lista de transferibles con una cláusula de salida de 11.7 millones de francos belgas (unos 290.000 euros). Un equipo de segunda división francesa, el Dunkerque, se interesó en el jugador de 25 años, pero se negaba a pagar esa cantidad de dinero.

Esta situación de bloqueo provocó el enfado de Bosman, que demandó al Lieja. La batalla legal entre ambas partes se prolongó durante 5 años y finalizó cuando el 15 de diciembre de 1995, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictó sentencia: se ilegalizaron las indemnizaciones por traspaso una vez finalizaban los contratos de los futbolistas y, además, los jugadores cuya nacionalidad formaba parte de la Unión Europea dejaron de ocupar una plaza extracomunitaria.

Bosman, que había estado vagando por divisiones inferiores de Francia y Bélgica desde entonces, había logrado cambiar las reglas del juego con su denuncia. Ahora, eran los jugadores quienes tenían la sartén por el mango a la hora de renegociar sus contratos y más libertad para moverse entre clubes de diferentes países. El belga recibió una indemnización de 400.000 euros y vio como su nombre pasó a la historia, pero a cambio de condenar su carrera al ostracismo.

 

Un profundo cambio en el mundo del fútbol

La sentencia del TJUE provocó un terremoto en el fútbol mundial. Varios jugadores abandonaron sus clubes para jugar en los grandes de otras ligas. Entre los equipos que más ingresos obtenían y el resto, se abrió una brecha que se antoja imposible de cerrar y continua presente hasta nuestros días. Un gigante como el Ajax, que había sido campeón de Europa en 1995 y subcampeón en 1996, vio como todas sus estrellas fueron marchándose del club hasta que, en 1999, ya no quedó ninguna. Kluivert, Davids, Van der Sar, Overmaars, Litmanen, los hermanos de Boer… Todos desfilaron camino de España, Italia e Inglaterra.

Pero la verdadera fuga de talento se produjo en Sudamérica. Como los futbolistas con pasaporte comunitario ya no ocupaban cupo de extranjeros, todos estos pasaron a estar reservados a jugadores del resto de continentes, dejando a ligas como la Brasileña o la Argentina como grandes perjudicadas. Antes de la Ley Bosman, el mundial de Clubes lo dominaba Sudamérica con 20 ediciones ganadas por sus equipos frente a 13 por los de Europa; después de esta, Europa arrasa con un global de 20-6.

En la Champions League, esta ley provocó grandes cambios. Antes de 1996, combinados como el Marsella, Estrella Roja, Ajax, PSV o Steaua de Bucarest habían logrado el trofeo. Tras esa temporada, España, Inglaterra, Italia y Alemania se repartieron todas las ‘orejonas’, a excepción de la Champions del 2004, que ganó el Porto de Mourinho. En España, el FC Barcelona pasó de tener 3 jugadores extranjeros en su plantilla en 1989, a 18 en 1999. El Real Madrid siguió el mismo camino; de 2 foráneos a 13 en 10 años. Esta ley, junto a otros cambios de menor envergadura, han conducido al fútbol a convertirse en lo que es hoy en día.

¿Y qué fue de Jean-Marc Bosman? El belga, que muy posiblemente debió ser considerado un ‘héroe’ por sus compañeros de profesión, fue rechazado por todos los clubes de primer nivel y quedó en el olvido. Arruinado tras invertir en un negocio de camisetas que no salió bien, fue condenado en 2011 por agredir a su novia y sentenciado con un año de prisión en 2013 (no cumplió la pena íntegra ya que fue conmutada). Fue entonces cuando FIFPro, la organización mundial que representa a los jugadores de fútbol, apareció para ayudarlo. Ahora es portavoz y un activista por los derechos de los jugadores. Gran cantidad de futbolistas cobran millones de euros sin saber que, hace más de 30 años, uno de ellos sacrificó su carrera por el derecho de todos.

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