La revolución social que ha incendiado las calles de Francia y las amenazas de moción de censura de la oposición no han frenado a Emmanuel Macron que, finalmente, ha aprobado su polémica reforma de las pensiones. No le ha temblado el pulso al presidente de la República y, al no contar con apoyos, ha recurrido al artículo 49.3 de la Constitución, instrumento que permite sacar adelante cualquier norma sin contar con apoyos salvo que se presente una moción de censura. Ya se han anunciado dos mociones, la de la agrupación de izquierdas liderada por Jean-Luc Mélenchon, la Francia Insumisa, y la del partido de extrema derecha Agrupación Nacional, capitaneada por Marine Le Pen. Además, los ultraderechistas han anunciado que apoyarán todas las mociones, independientemente del partido que las presente.

La reforma ha sido aprobada este jueves y los aspectos que más discrepancias reúnen son el aumento de la edad de jubilación y de la cantidad de años trabajados para percibir la totalidad de la prestación. Concretamente la edad de jubilación queda desplazada desde los 62 hasta los 64 años y el periodo de cotización exigido para percibir la cuantía de la pensión completa se dispara. En lo que respecta a esta segunda cuestión, el Ejecutivo francés ha establecido que a partir de 2030 habrá que contar con 43 años para disfrutar de la totalidad de la jubilación.

Con estas dos polémicas, la primera ministra, Elisabeth Borne, invocó el artículo 49.3 en la tarde del jueves, después de una sesión en la Asamblea Nacional plagada de increpaciones y acusaciones. "Si todos votaran en conciencia y en consonancia con sus posiciones pasadas, no estaríamos aquí esta tarde", ha señalado la jefa del Gobierno. Justificaba la decisión aludiendo a la responsabilidad y señalando “no podemos hacer apuestas sobre el futuro de nuestras pensiones”. Ahora tendrán que enfrentar las mociones presentadas, como ya ha sucedido durante el mandato de Macron.

“Es la constatación de un fracaso total”, increpaba Le Pen, a la par que anunciaba que “evidentemente” activarían los instrumentos para tumbar al actual presidente por ir contra los intereses de "una mayoría de franceses". “En la batalla parlamentaria se juega la soberanía del pueblo contra un poder muy personal que borra la separación de los poderes ejecutivo y legislativo. Macron quiere dirigir el parlamento desde el Elíseo. Convoca allí a sus fiestas”, apuntaba Mélenchon antes de la votación. “No tiene legitimidad parlamentaria, es un fracaso espectacular y un derrumbe de la minoría presidencial”, resaltaba al finalizar la votación y antes de llamar a la movilización. “Los sindicatos unidos hacen un llamado a la acción continua. Esto es en lo que nos vamos a centrar”, zanjaba.

Revolución social

Y los sindicatos han respondido. Las calles francesas presencian movilizaciones desde hace semanas, dejando tras de sí calles repletas de basura por las huelgas de los servicios de limpieza. Enfrentamientos con una policía francesa más violenta de lo habitual ha dejado episodios de cargas excesivas contra grupos de manifestantes que protestaban para evitar perder derechos en sus pensiones. Nueve jornadas de movilización intensa se aprecian ya en el pavimento francés, que tendrá que seguir sosteniendo el peso de las reivindicaciones, ya que, los sindicatos han anunciado que no cejarán en su intento de impedir esta reforma.

La próxima jornada ya está fechada, será el próximo jueves 23 de marzo. La secretaria confederal de la Confederación General de los Trabajadores (CGT), Catherine Perret, ha anunciado que se llevarán a cabo reuniones sindicales durante el fin de semana para coordinar acciones y decidir cómo se aborda el retroceso de derechos aprobado por Macron. Con respecto a las protestas, ha asegurado que su mantenimiento tan solo demuestra que el Gobierno "está fallando". La líder sindical ha pedido la retirada total de la reforma y ha hecho un llamamiento a los manifestantes para que lleven a cabo "acciones pacíficas" en el marco de las protestas, aunque, viendo los precedentes y el papel asumido por Gendarmería, esta pretensión parece compleja de cumplir. 

Las mayores tensiones se han vivido en la Plaza de la Concordia (París), que se encuentra junto al edificio que alberga la Asamblea Nacional, y donde ha intervenido la Policía para dispersar a la multitud. Más allá de las concentraciones en la capital, en decenas de ciudades francesas, como en Marsella, Lyon, Burdeos o Dijon, miles de manifestantes han salido a las calles para protestar contra la reforma de Macron y exigir una rectificación que el presidente no pretende asumir. Las protestas se mantendrán, sin fecha límite establecida, pero las mociones de censura no tienen visos de prosperar, por falta de apoyos. A viernes 17 de marzo, Macron se ha salido con la suya, pero las próximas jornadas convulsas podrían darle la vuelta a la tortilla francesa.