Existe un debate cada vez mayor en todo el mundo sobre la posible desaparición del dinero en efectivo. En Suecia, de hecho, ya se están planteando la eliminación del papel moneda en todo el territorio para el año 2023.

No obstante, las autoridades suecas están echando el freno a los planes debido a que no saben realmente qué consecuencias traería operar solo de forma digital. Y lo cierto es que fulminar el papel moneda puede conllevar numerosos peligros de los que no somos conscientes.

El Banco Mundial argumenta que el auge internacional del comercio sin efectivo amenaza con marginar a numerosos consumidores y pequeñas empresas en países de mercados emergentes, pues existen muchas personas que no tienen cuentas bancarias y muchos comerciantes que no pueden acceder a una tecnología de pago electrónico confiable.

Por supuesto, existen argumentos convincentes acerca de la seguridad y la conveniencia de no utilizar efectivo, pero tales beneficios no superarían nunca el coste para la sociedad de dejar atrás a las personas económicamente vulnerables, sobre todo por lo que éstas aportan al PIB mundial.

Los expertos de todo el mundo, como Brett Scott, autor de Hackeando el dinero del futuro (Paidós), aseguran que avanzar demasiado rápido hacia una economía sin efectivo es, además de contraproducente para la sociedad, pésimo para los negocios. Si una empresa se niega a aceptar efectivo, o la obligan a ello, ésta estará perdiendo una considerable cantidad de dinero. 

Una cuarta parte del PIB mundial depende del efectivo

Aunque quieran hacernos creer lo contrario, todavía se siguen haciendo millones de transacciones en efectivo en todo el mundo. Los datos del Banco Mundial muestran que los pequeños minoristas realizan transacciones en cash por 19 billones de dólares billones al año, lo que supone casi una cuarta parte del PIB mundial

Y en Europasegún la compañía de seguridad global G4S, el 79% de todas las transacciones en puntos de venta se llevaron a cabo en efectivo en 2017, un 19% más que en 2016.

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Como vemos, el efectivo sigue vivo, por mucho que quieran matarlo. En EEUU, el Banco de la Reserva Federal de San Francisco ha calculado, incluso cuando las compras online continúan creciendo, que el 77% de los pagos se realizan en persona y que el efectivo representa el 39% del volumen de transacciones. ¿La razón? Aunque se nos quiera hacer creer que todo el mundo tiene acceso a cuentas corrientes o tarjetas de crédito, en EEUU un total de 14 millones de adultos en 8,4 millones de hogares "no están bancarizados", es decir, no tienen prácticamente ninguna relación con los bancos ni con sus intermediarios, como Visa, detalla la Corporación Federal de Seguros de Depósitos.

Así pues, si se prohibiera el efectivo, como están planeando numerosos países de la Unión Europea, estaríamos eliminando a una cuarta parte del PIB mundial y excluyendo de la economía a millones de compradores y negocios.

Un mundo sin efectivo no tiene cabida

Ir por la vida sin efectivo parece algo normal y simple pero, en realidad, requiere acceso a una tarjeta de débito, de crédito o a una app digital vinculada a una cuenta bancaria, así como una tecnología necesaria en el punto de venta y un acceso eficiente a la red. Es decir, no solo el comprador tiene que estar a la última en tecnología, sino también el comercio donde éste pretende comprar.

Al respecto, alrededor de 1.700 millones de adultos en todo el mundo no tienen acceso a una cuenta con la que poder realizar pagos. En otras palabras, el mundo aún está muy lejos de tener una economía eficaz que funcione sin efectivo para todos y en todas las partes del mundo.

No hay más que darse un paseo por mercados y mercadillos de todo el mundo, como el de El Cairo o Nairobi, para ver el fracaso de la tecnología en cuanto a adaptarse a otras formas de negocios.

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¿Quién quiere que desaparezca el efectivo?

Aunque un importante sector económico y editorial nos esté intentando hacer creer que el cash está pasado de moda y que hay que erradicarlo, el papel moneda forma parte de nuestras vidas y supone casi una cuarta parte del PIB mundial. Entonces, ¿por qué tanto empeño en que el papel moneda desaparezca? ¿Quién gana con todo esto?

"Las plataformas de pago online o con tarjeta tienen claros incentivos para inundar los medios de comunicación con sus mensajes de que ya nadie paga en efectivo, ya que les interesa que éste desaparezca. (...) La guerra contra el cash ya ha empezado, y los partidarios de los sistema de pago digital, como las compañías de tarjetas de crédito, están aprovechando la ola de la tecnología para proclamar la inminente Muerte del Dinero en Efectivo", asegura Scott en su ensayo, donde señala quiénes son los autores de esta propaganda contra el efectivo y pone nombres y apellidos a los principales interesados en que el plan se lleve a cabo.

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Como vemos, el pago digital suele presentarse como una atractiva nueva opción que abre un abanico de posibilidades creativas, pero suelen pasar desapercibidas todas estas consecuencias negativas que nos esperan en un mundo sin efectivo.