El oro ha superado en estos días la barrera de los 1.500 dólares por onza, un nivel que no conocía desde 2013. El preciado metal alcanzó sus máximos en 2011 cuando llegó a los 1.828 dólares en plena crisis de la deuda pública en Europa. Estamos asistiendo a una fuerte subida del euro que tiene mucho que ver con las políticas de los bancos centrales y también con la crisis del comercio mundial.

Tradicionalmente, el oro ha sido un refugio, el último refugio a las inversiones en renta fija o en acciones de la Bolsa. Cuando estos mercados no dan más de sí, el dinero mundial se fija en los bienes reales como son los inmuebles o el oro. Y ahora mismo, tanto las Bolsas mundiales en un entorno que apunta a una recesión económica  como la renta fija no sirven para rentabilizar el ahorro. Las Bolsas están corrigiendo tras las tensiones comerciales que provocaron la depreciación del yuan con el fin de hacer más atractivas las exportaciones chinas. El caso de la renta fija es muy especial y en concreto la deuda pública.

Se está ganando mucho dinero con los bonos cuyas rentabilidades bajan o se vuelven negativas lo que provoca un alza de los precios. Pero los inversores están convencidos de que esta situación ya está llegando al límite. La posibilidad de ganar más se vuelve lejana con la llegada de los tipos negativos. Entonces entra en la ecuación la compra de oro que en el último año ha subido un 24%. Casi toda la ganancia se ha concentrado en el último mes, como demostración de que es la única forma de buscar un refugio ante las inversiones financieras.

El oro se puede comprar físicamente. Incluso hay algunas máquinas expendedoras de oro en hoteles de lujo de las grandes ciudades. Es fácil acudir a cualquier empresa dedicada a la compraventa de oro para conseguirlo. Pero si se prefiere utilizar otros instrumentos, lo mejor es invertir en acciones de minas de oro o comprar fondos ETF que replican la evolución del oro. Esta última fórmula es la más utilizada por los grandes inversores.

Como ocurre con las divisas, en el mercado del oro son muy distintos los compradores y las estrategias que siguen. Desde el oro como materia prima de la industria, muy utilizada en el mundo de la electrónica, hasta los bancos centrales que buscan fortalecerse y también especular con sus compraventa y, por supuesto, los inversores particulares o los grandes patrimonios.

Según datos facilitados por la firma M&G, los bancos centrales compraron oro por la cifra récord de 15.700 millones de dólares en el primer semestre de 2019. Los compradores más importantes incluían a China y Rusia, dado que las tensiones comerciales a escala global no mostraban indicios de amainar.

Y también se evidencia la relación entre el oro y unas monedas que están al borde de una guerra como contrapeso a políticas arancelarias donde todos disputan vender más. Un caso curioso y particular es el del Reino Unido donde los  fondos cotizados compraron el 75% de los ETFs respaldados por oro en términos de valor, una tendencia propiciada por las preocupaciones en torno a un brexit desordenado y la caída de la libra.

Y según la firma M&G Valores esta tendencia también se ha repetido entre los inversores alemanes que adquirieron ETFs respaldados por oro, en un contexto de debilidad del sector manufacturero y preocupaciones sobre la vulnerabilidad provocada por la guerra comercial. 

Y la tendencia, al menos a corto plazo, es que el oro seguirá subiendo su precio. Estados Unidos ya ha iniciado la carrera por recortar los tipos de interés y el dinero estará muy atento a nuevos descensos en sus tasas. En estos tiempos de incertidumbre en bolsa, bonos y divisas el oro vuelve a aparecer como el refugio más interesante… de momento, el último.