Este lunes ha comenzado el juicio por la demanda colectiva de la OCU contra Volkswagen-Audi España por la manipulación de emisiones contaminantes en los motores diésel. La organización representa a 7.500 consumidores y pide 3.000 euros de indemnización para cada uno. Es decir, un total de 22,5 millones de euros por daños y perjuicios.

El proceso se está celebrando en el Juzgado Mercantil nº1 de Madrid, como la única vía judicial abierta en España por el dieselgate. Hace más de cuatro años, en septiembre de 2015 se descubrió que Volkswagen había instalado en algunos de sus modelos un dispositivo con el objetivo de camuflar el nivel real de emisiones contaminantes de sus vehículos.

A partir de aquí y, tras un fallido intento de conciliación, en junio de 2017 la OCU presentó su demanda. Desde entonces se han celebrado dos intentos de arbitraje fallidos entre ambas partes y además, la Agencia Catalana del Consumo archivó la denuncia administrativa de la OCU contra la compañía alemana por no considerar infracción “en materia de protección de las personas consumidoras”.

Uno de los factores principales en la denuncia de la organización de consumidores es el “diferente tratamiento” de la compañía con sus afectados. Por un lado, Volkswagen está indemnizando a los consumidores americanos, donde ha acordado pagar entre 5.000 y 10.000 dólares por vehículo trucado y está llegando a acuerdos en Australia mientras que en Europa mantiene una actitud muy diferente.

Más allá de la actuación de la propia compañía, la OCU también denuncia la “inmovilidad absoluta de las diferentes administraciones españolas”. Según la organización, no han sancionado a la empresa a pesar de que Volkswagen ha reconocido abiertamente la manipulación de las emisiones y el engaño. La automovilística alemana también ha tenido que indemnizar a sus accionistas por ocultar información.

Según la Agencia de Protección Ambiental estadounidense, la automovilística alemana utilizó un software con el objetivo de alterar los resultados de sus emisiones de óxido de nitrógeno en los ensayos de homologación. El resultado es que en la conducción normal en carretera los vehículos podían superar hasta 40 veces los niveles certificados por la empresa. Volkswagen admitió que este trucaje también se había aplicado en los modelos vendidos en Europa.