España se posiciona como el segundo país del continente europeo con mayor oferta de empleo en el sector energético, uno de los más representativos de la economía nacional. Así lo desvela un informe de la Cátedra de Sostenibilidad Energética del IEB-Universitat de Barcelona, que ha contado con la colaboración de Fundación Naturgy. En concreto, España solo estaría superada por Alemania y queda por encima de países vecinos como Francia, Reino Unido e Italia.

Además, el estudio sostiene que la adecuada formación de los nuevos profesionales del sector determinará el éxito de las políticas de energía y clima. Es decir, será una de las claves para avanzar en la transición energética, una de las cuatro claves del Plan de Recuperación, Trasformación y Resiliencia.

Los expertos consideran así que para que la transición energética sea un éxito, también en el ámbito laboral, las administraciones deben estrechar lazos entre los centros educativos y el mercado laboral, actualizando la oferta educativa; fomentando las soft skills en los estudios; avanzando en el desafío de la educación STEM y apostando por una Formación Profesional de calidad e innovadora, entre otras medidas.

El sector energético tiene que hacer frente a procesos de descentralización de la generación, incorporación de nuevas tecnologías energéticas y digitalización. “Estos cambios van a dar lugar a nuevos perfiles profesionales, como los gestores de demanda eléctrica producida por los nuevos agentes del mercado o nuevos profesionales con una base tecnológica fuerte y con capacidad de análisis de datos, que tendrán que convivir con trabajadores con perfiles medios, donde la especialización a través de la formación profesional tiene un amplio recorrido”, ha asegurado María Teresa Costa, directora del estudio.

Los puestos más demandados

Conocimientos en transformación tecnológica, energías renovables, eficiencia energética, finanzas verdes y sostenibilidad y orientación al cliente serán los más demandados por las empresas energéticas en el marco de la transición energética actual, según el estudio elaborado por la Cátedra de Sostenibilidad Energética del IEB-Universitat de Barcelona.

De hecho, el informe asegura que el nuevo escenario tecnológico está impulsando nuevos perfiles profesionales como técnicos de proyectos en energías renovables, especialistas en redes eléctricas en parques eólicos, especialistas en sistemas fotovoltaicos, ingenieros de diseño o expertos en contratos de suministro de energía.

Asimismo, el impulso al hidrógeno y la digitalización de las redes está creando profesiones emergentes. Es el caso del puesto de desarrollador de proyectos de hidrógeno verde, desarrollador de diseño de redes eléctricas inteligentes o especialista en integración de tecnologías de almacenamiento.

En el ámbito de la edificación y rehabilitación sostenible, se perfilan nuevas profesiones como los instaladores de soluciones tecnológicas avanzadas o gestores de modelización de información para la edificación; los especialistas en renovación profunda de edificios; o los auditores y gestores energéticos.

Hasta 348.000 nuevos empleos entre 2021 y 2030

En un contexto de recuperación socioeconómica, descarbonización y digitalización de la economía, “la generación neta de empleos verdes debe ser el motor que permita reducir la desigualdad y la pobreza en España, un país que cuenta con altas tasas de desempleo”, asegura Costa. En cifras, recalca que las medidas adoptadas por el PNIEC llevan asociadas un aumento neto del empleo de entre 253.000 y 348.000 puestos al año durante el período 2021-2030.

Los expertos del sector sostienen que los estudios reglados actuales “no vienen con el conjunto de habilidades necesarias para hacer frente a la revolución que se está produciendo en el sector energético”, especialmente en lo referido a las energías renovables y la sostenibilidad ambiental. Por ello, el informe pone en relieve la urgencia de actualizar contenidos, detectar carencias formativas y buscar nuevas herramientas para mantener el sector actualizado a través de acuerdos de cooperación con centros formativos y administraciones, además de promover las soft skills.

Entre las principales carencias, los expertos alertan sobre “la falta de competencias digitales, lingüísticas y de comunicación”, y lamentan la baja presencia de la mujer en el sector energético, así como la necesidad de revertir esta situación, promoviendo su participación en carreras STEM desde edades tempranas.

No obstante, alertan de que todo proceso transformador conlleva sus riesgos. Entre los colectivos más afectados por la transición energética, el informe identifica los trabajadores con bajos niveles formativos y de competencias; los trabajadores de tecnologías obsoletas dentro de la Agenda Verde 2050 –por ejemplo, centrales térmicas de carbón o petróleo–; y los trabajadores de la industria energética afectados por la deslocalización de procesos y con limitaciones para la movilidad geográfica.

Los riesgos de la transición en el empleo: perjudicará a los bajos niveles formativos

Así, el colectivo más vulnerable sería el de las personas con un muy bajo nivel formativo, seguido de las personas con reducidas competencias numéricas o en áreas STEM. “Y dentro del colectivo de vulnerables por sus reducidos niveles de competencias STEM, conviene prestar especial atención a la población activa de mayor edad y a las mujeres”, afirma la directora del informe.

El estudio también identifica la dependencia económica de algunas localidades de sus instalaciones energéticas, que se están desmantelando como consecuencia de la Agenda Verde 2050. Por ello, destaca que “la transición energética puede suponer una oportunidad para cerrar la brecha con la España rural, dada la naturaleza descentralizada de buena parte de las nuevas tecnologías energéticas”.

Para tratar de reducir el impacto en estos colectivos, la capacidad de ampliación y renovación de las competencias y la movilidad geográfica son dos de los principios de actuación que se pueden implementar, según el informe. “Las propias empresas energéticas suelen contar con planes de formación propios para suavizar la transición energética y son conscientes de la existencia de colectivos vulnerables”, explica Costa.

Y para ello, llaman a la colaboración público-privada, con lazos entre las administraciones, los centros educativos y el mercado laboral. Igualmente, las empresas deben mejorar el reciclaje de sus profesionales; fomentar la colaboración con administraciones y otras entidades relacionadas con el mercado laboral y la formación; reforzar la Formación Profesional Dual; y estimular una mayor participación de la mujer en el sector. Y en último término, “los trabajadores deben concienciarse de la importancia de la formación a lo largo de toda la vida”, sentencia Costa.