Vivimos un crash bursátil por etapas. Ayer el índice de la Bolsa española, el Ibex 35, logró poner el color verde al cierre después de una semana nefasta, la peor desde 2010, al igual que en otros mercados mundiales. Hemos pasado de los 10.000 puntos a los 8.700 puntos del Ibex 35 en pocos días, y lo que te rondaré… Tal vez hubiera sido mejor una de esas caídas bruscas de una sola vez que este incesante goteo del que se desconoce cuándo terminará. El coronavirus es el causante de esta situación por sus efectos en la economía real. El gran fabricante del mundo, China, se está parando y la cadena se rompe para el resto de países. Falta de suministros industriales, productos terminados, o materias primas abren la puerta a una desaceleración de una economía mundial que parecía podía alargar un poco más su crecimiento.

La subida de la Bolsa ayer tuvo su explicación en que distintos organismos mundiales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial o los bancos centrales (BCE, FED, Banco de Japón) están dispuestos a poner la carne en el asador para remontar la situación derivada de la nueva gripe. Y la carne que conocemos del Banco Central Europeo y de otros bancos centrales es bajar los tipos de interés. Actualmente, el BCE los tiene situados en el 0% pero es posible que los ponga en negativos como ocurre en otros países cercanos como Suiza.

Una medicina que pone contra a la pared a los bancos. Mi interés y defensa de los bancos se explica en la necesidad de un sistema financiero sano que pueda financiar la economía. Y sobre todo, en la defensa del dinero que tenemos los españoles depositados en cuentas corrientes o depósitos aunque sean al 0%. Nada menos que 900.000 millones de euros tienen las familias españolas en la banca y, lógicamente, deben estar en sitios seguros y rentables con los menos problemas posibles. Así evitaremos crisis e inyecciones de capital público que ya hemos conocido sobradamente con las desaparecidas cajas de ahorros. No obstante, la nueva regulación bancaria incluye también al depositario como pagano de una crisis bancaria.

El BCE increpa a la banca europea por su bajísima rentabilidad. Una regañina de la que el organismo presidido por Christine Lagarde es también responsable. Con tipos de interés tan bajos es muy complicado que el negocio de la banca de coger dinero a bajo coste y transformarlo en créditos a mayor precio funcione bien. El margen financiero se reduce constantemente y, además, son pocas las cosas que les quedan por vender. Han realizado numerosas desinversiones en los últimos años para seguir ofreciendo beneficios y poder pagar sus dividendos. Al BCE no se le ocurre otra cosa para mejorar su rentabilidad que fusionarse. Algunas fusiones llegarán en los próximos meses, pero el margen de mejora no es muy grande: se ahorrarán costes pero el terreno volverá a ser el de las estrecheces de los tipos de interés a cero o negativos.

Todo ello explica que el sector bancario sea el más castigado en Bolsa junto con el de los viajes y el turismo en esta crisis del coronavirus.  En estos pocos días de crisis, las pérdidas de los valores bancarios multiplican los del propio Ibex que cae el 9% en el año.  Bankia, en mínimos históricos, pierde el 27% de su valor, una caída solo superada por la aerolínea IAG. El Banco Sabadell se deja el 25%, mientras que Bankinter retrocede el 19%. Los más grandes también sufren: Caixabank vale ahora un 16% menos que al principio de año, mientras que BBVA y Santander registran retrocesos del 14% y del 13%, respectivamente. Son pérdidas muy superiores a las de sectores económicos en teoría más afectados por la reducción de la actividad económica y el comercio.

¿A qué espera el BCE? ¿Dará una nueva vuelta de tuerca a la banca hasta que afloren las pérdidas o llegue la crisis con sus rescates incluidos? Una legislación muy exigente, la competencia de las Fintech, una crisis económica y unos tipos de interés negativos pueden ser el golpe de gracia definitiva para cargarse a una banca mucho más frágil de lo que aparentan sus decrecientes beneficios. El empujón a la economía no debe realizarse a costa solo de este sector y de sus millones de accionistas y clientes que somos todos.