Cientos de miles de ciudadanos marroquiés están secundando un boicot instigado a través de Facebook contra tres grandes marcas, cuyos dueños son afines al rey Mohamed VI. La lechera Centrale Danone, la productora de agua Sidi Ali y las gasolineras Afriquia, empresas líderes en su sector, están viendo cómo una parte del público marroquí ha dejado de consumir sus productos.

La base de dicho boicot es el aumento de pobreza en el país al mismo tiempo que las grandes fortunas marroquíes son todavía más fuertes, todo ello sumado al alto precio de los productos. Lahcen Daudi, presentó su dimisión como ministro de Asuntos Generales ante la ola de críticas y tras su participación en una manifestación contra el boicot a las citadas empresas.

¿Qué marcas son?

En primer lugar, Afriquia, la cual pertenece a Aziz Ajanuch, ministro de Agricultura y Pesca desde 2007 y una de las fortunas más importante del país vecino. Desde las redes sociales se ruega el no consumo de su gasolina  y que los consumidores eviten repostar en sus gasolineras. La campaña contra Ajanuch es tal, que el boicot se ha extendido al consumo de pescado por su puesto como responsable de pesca. Su imagen está tan deteriorada que en un acto público junto al rey, un asistente, le gritó que se marchara:

En segundo lugar, están las aguas minerales Sidi Ali. Esta empresa pertence a Miriem Bensalah-Chaqroun, presidenta hasta mayo la patronal marroquí. Bensalah-Chaqroun, se encarga de comercializar las aguas del monte Atlas y su posición social es muy cercana a la casa real marroquí, siendo de una de las familias con más posibles del país. El boicot a su agua es implacable, llegando a haber incluso comercios que ni siquiera la ofrecen a sus clientes. Su lugar la está ocupando la empresa gallega Mondariz.

La tercera compañía es Centrale Laitière, filial de Marruecos de la francesa Danone, la única empresa extranjera que está sometida a boicot. Como paradigma de la decadencia del consumo de sus productos, la empresa se ha visto obligada a recortar hasta un 30% la compra de leche, llegando a poner en riesgo muchos puestos de trabajo.

Este tipo de amenzas contra gobiernos del tipo del marroquí resultan implacables por la falta de medios gubernamentales para frenar el boicot, un problema difícil de combatir que pone en jaque la economía de Marruecos.