Estas fechas tan ‘señaladas’ que todo el mundo dice que no celebra, pero que están trufadas de festejos multitudinarios y para cualquier edad, además de ser el momento del balance empresarial, es aprovechado por algunos columnistas para lanzar sus intenciones de cara el próximo ejercicio fiscal y político.

De Fernando Sánchez Dragó a lo largo de este año, por sus artículos en ‘El Mundo’ hemos ido conociendo su desvío ideológico si es que se puede llamar de este modo un pensamiento - por lo que él ha contado en programas de televisión- que le llevaba por situaciones hippies aunque con comportamientos que, evidentemente -también según lo narrado por él- han sobrepasado límites, a otro en el que la tradición es una de sus bases.

Tal proceso de transformación ha llegado a su fin, a tenor de lo que dice este domingo bajo el título de ‘La reacción’.

Reaccionario, a medias

Al margen de sus tradicionales diatribas dirigidas normalmente contra la izquierda y, en particular, Podemos, en el texto hace su particular interpretación de la palabra ‘Reaccionario’.

Da la impresión de que juega con la definición del término para llevarla a su terreno. Dice Dragó: “Reaccionario es quien condena o combate los cambios de índole política, social o moral, cualesquiera que éstos sean”. Además, como a él le gusta, recurre a la historia para decir que se transformó en una expresión peyorativa, “insulto”, durante la Revolución Francesa.

Una definición a la carta

Resalta esto porque “llamaron así a quienes defendían el Antiguo Régimen y, desde entonces, tan arbitraria y sectaria manipulación –lo primero que hace el totalitarismo es corromper la semántica– se ha extendido por todo el orbe”.

No obstante, hay algo de lo que se olvida o cuenta a medias el polémico escritor. Tal y como señala el diccionario de la Real Academia, reaccionario es el “que tiende a oponerse a cualquier innovación”, entendiendo ésta como “mudar o alterar algo introduciendo novedades”.

Esta parte de la definición no le interesa tanto, pero el conjunto sí porque de este modo ataca a aquellos que no entran en su ideología, claramente conservadora.

“No son -somos- la ultraderecha”

Una vez más, y después de hablar de internet, el “entreguismo” y la “euroislamización” como algo negativo, llega a la conclusión, al anuncio que todos esperaban, en especial Santiago Abascal. Desde hace tiempo y, aunque había dejado entrever, faltaba la confirmación: Dragó es lo más parecido a un ultra.

Para ser justos, no se define de esta manera, aunque pida el voto para VOX. Pero, como ocurre con la definición de reaccionario, repite el truco del almendruco y vuelve a jugar con las palabras, de modo que después de alabar “el soberanismo, la identidad, la homogeneidad, la tradición”, se congratula de que “ya han venido, Putin, Orban, el Brexit, Trump”, es decir, lo mejorcito de cada casa, que diría una abuela.

A continuación, anuncia lo que está por venir y habla de “Fillon, Le Pen, Hofer, Wilders”, o lo que es lo mismo, la extrema derecha europea. Pues bien, de estos últimos ‘confirma’ que “no son la ultraderecha. Son –somos– la Reacción”. Miedito que dan… que diría otra abuela.