“Este desafío lo llevaré hasta sus últimas consecuencias”. El humor de Ignatius Farray no tiene límites. Si alguien todavía desconoce el origen de la palabra ‘trollear’, hace falta que refresquemos un poco la memoria. Hoy en día, cualquier ‘troll’ es aquella persona que se dedica a bromear constantemente con las demás, aunque el término se acuñe mucho más a quien lo hace a través de internet y las redes sociales.

Atrás queda la figura del bromista, el guasón o incluso el vacilón. Este nuevo término forjado en las entrañas de la ‘Generación X’ ha conseguido estar en boca de toda la gente joven que, casualmente, tiende a querer ‘trollear’ de vez en cuando para mantener viva la esencia de la palabra y de la misma broma.

¿Qué tiene que ver esto con Ignatius Farray? Quien siga de cerca al cómico ya conocerá el humor negro, sarcástico e incluso, a veces, kamikaze que exhibe en el programa de radio La Vida Moderna, de la Cadena SER.

Esta última semana, Ignatius aprovechó el final de uno de los programas para desafiar a todas aquellas personas que, a su parecer, se piensan que ‘trollean’ más que nadie y que para ellos no existen límites en la broma. En este aspecto, el cómico publicó en directo un tweet en donde escribió su número de teléfono, asumiendo las consecuencias de que su móvil recibiera constantemente mensajes de Whatsapp y llamadas telefónicas.

El cazador, cazado

Evidentemente, Ignatius sabía que todo esto provocaría que su teléfono no dejase de sonar en las próximas horas. Ya ocurrió en su día con otros personajes públicos como Pipi Estrada, cuyo número se publicó también en Twitter y fue una auténtica locura, y ahora el propio Ignatius lo ha vivido en sus carnes.

A estas alturas, se puede decir que el cómico no pudo sobrevivir a este reto que se marcó. Así, tan solo hubo que esperar horas para ver cómo Ignatius volvía a ponerse delante de los micrófonos de la Cadena SER, junto a David Broncano y Quequé, para explicar su situación. Su teléfono no solo no lo aguantó, sino que tuvo que cambiarse de número y confesar que su alocada reacción traicionó a su humor por primera vez.