"El odio al PP, sembrado, germinado, macerado en territorios nacionalistas, solo era y es el eufemismo recurrente del odio a los españoles", escribe hoy Arcadi Espada en su columna habitual de El Mundo. ¿El motivo? Casi es lo de menos, dado que el que una vez fuera director de La Información antes del ERE, mezcla los crímenes de la desaparecida banda terrorista ETA con la reunión de Pablo Iglesias con el Lehendakari Íñigo Urkullu. La renuncia de Rajoy a la nominación del Rey a presidente del Gobierno en la XI Legislatura con el secesionismo catalán. Y el pacto del Tinell de 2003 con la investidura de Pedro Sánchez. 

Todo lo que ocurre, insiste Espada blandiendo su apellido, es producto del odio al PP. Y es el PP quien sufre injustamente las penalidades producto de odios combinados por parte de distintas fuerzas (que suman la mayoría del Parlamento de España), sin más razón, a juicio del leonino autor de la columna, que el odio a lo español, que viene a estar representado a sus ojos por el PP. Lo cual es tan discutible como decir que sólo el PNV puede representar a lo vasco. 

Olvida, sin embargo, Arcadi que el PP está acusando el desgaste de la acumulación de casos de corrupción, que tiene a dirigentes en la cárcel por un sistema de financiación ilegal que era parte natural de la estructura de los conservadores y que aún quedan piezas judiciales por cerrar y más condenas por dictar. Y fue una de las condenas por Gürtel lo que puso en marcha la moción de censura que acabó con Rajoy. Un olvido curioso, dado que Espada recuerda al detalle un pacto para gobernar Cataluña hace 15 años y se le escapa un detalle crucial de lo ocurrido hace cuatro meses.